Aquí comparto con vosotros mi visión personal acerca de tres de mis personajes preferidos de series de televisión. De los tres hay que subrayar que no serían tan
entrañables sin el enorme talento de los actores que los interpretan, o mejor
dicho, que bordan sus papeles: James Marsters, Jim Parsons y Nathan Fillion.
SPIKE (Buffy, cazavampiros):
Como calidad de personaje en la serie, es un gigante, un
titán que no tiene igual en ninguna otra obra de ficción que yo haya visto o
leído. Es el personaje más completo, rico y complejo que he visto, para nada plano, sino que sufre
en la serie una evolución extraordinaria gracias a las múltiples facetas que
contenía escondidas en su interior pero que van haciendo aparición poco a poco.
Al principio se nos deja claro que es un Big Bad en toda regla, sí, un villano
asesino, malvado, depravado, arriesgado, impetuoso, decidido, sanguinario,
violento y letal.
Más tarde descubrimos su vena humorística -es, sin duda, el
personaje más gracioso de toda la serie, a veces por sus dardos hirientes y
malintencionados, por su ironía y sarcasmo, y otras por momentos en los que él
se convierte en la victima de la situación, en la que nos saca sonrisas tiernas
y risas compasivas-. Es enormemente cínico, y hace uso de una sinceridad brutal
que suelta verdades como templos aunque duelan, que saca a la luz lo que otros
personajes tratan de callar y encubrir sobre sí mismos.
Pero, como se irá descubriendo
después, eso no es todo en el caso de este personaje tan apasionante. Porque,
si se me permite la extraña analogía, Spike es como las cebollas, compuesto de
infinitas capas. Cuantas más retiras para ver de él, más encuentras después.
Por eso, tras esa fachada dura, maleducada y arrogante, tras todas esas capas
superficiales de cuero y mala actitud, se esconde un héroe que cuando se
enamora lo da todo por la persona amada, que es valiente, decidido, sensible,
leal, romántico y entregado hasta extremos insospechados, como el dejarse
torturar por una diosa por proteger un secreto custodiado por la mujer que ama.
Si me liara a enumerar todas sus cualidades extraordinarias y positivas no
acabaría nunca. Lo tiene todo para conquistar a una mujer, por eso nunca dudo
al decir que se trata del hombre de mis sueños. ¡Por Dios, pero si hasta se
recorre medio mundo y soporta retos y pruebas insoportables para conseguir su
alma por Buffy, para ser merecedor de ella! Su versión con alma, he de admitir
que no resulta tan desternillante, sexy y entretenida, pero sin duda acaba de
eliminar aquellos resquicios de maldad que aún le lastraban a la hora de
convertirse en el hombre perfecto con el que cualquier mujer desearía estar
para el resto de su vida.
Qué decir del increíblemente atractivo
actor que lo interpreta, soberbio en su actuación, en sus gestos y muecas
descaradas y provocativas, su capacidad de revolucionar hormonas a su paso, sus
andares de tipo duro, su manera descuidada de sentarse en el sofá. Pero también
es magnífico James al interpretar al Spike más vulnerable ante los desprecios ajenos, al
de las caritas de pobrecito, de los ojos llorosos y de océanos de sentimientos
reflejados en el rostro. Sencillamente sublime.
Lo cierto es que Spike da de sí para escribir un
testamento entero, pero si me extiendo en exceso con cada uno de estos personajes nunca voy a terminar este artículo.
SHELDON COOPER (The Big Bang Theory):
Es extraño que una persona como yo sienta tanta devoción por un
personaje como Sheldon, pero lo cierto es que es así. Es arrogante,
egocéntrico, egoísta, puntilloso, borde, cree que solo él está a la altura de
los más grandes y prácticamente se cree el salvador y el futuro de la
humanidad, como si se tratara de uno de los héroes de cómic a los que tanto
vanagloria. Para colmo, desprecia a los humanistas. Bueno, en realidad,
desprecia toda aquella profesión que no sea la suya.
Más que conocida es su animadversión
a los geólogos, e incluso creo recordar que alguna vez se ha burlado de
Leonard, su mejor amigo, por ser físico práctico en lugar de físico teórico
como él, posición que, sin duda, considera más elevada intelectualmente.
Adora ser el mejor, el más listo,
y, sobre todo, alardear de ello, en ocasiones llegando a poner en ridículo a
sus amigos –no hace falta recordar su afición por humillar a Howard por ser el
único de sus amigos que no posee un doctorado- o engañarles. Sobre esto último,
cabe añadir que su extrema incapacidad para entender los sarcasmos hace que
interprete todo lo que se dice de forma literal. Por ello cabría esperar que
todo lo que contase él fuese rigurosamente cierto. Esto hace que sean aún más
sorpresivas esporádicas bromas suyas o chistes, ocasiones que aprovecha para
soltar, ante la mirada estupefacta de sus amigos, su mítico: «¡Zas, en toda la
boca!» (Bazinga!)
Y, a pesar de todo, no puedo
evitar sentir una cierta empatía y ternura hacia él, porque el pobre no acaba
de entender eso de cómo funcionan las relaciones humanas, las convenciones
sociales, la cortesía y los buenos modales, pues él no posee filtros,
simplemente dice lo que piensa. Quiero creer que cuando ataca a alguien no
siempre es consciente del daño emocional que puede llegar a causar, que lo hace
sin darse cuenta. Ha crecido solo, marginado, sin amigos, siendo el blanco de
los matones, poseyendo una inteligencia, curiosidad científica y capacidad
intelectual al alcance de muy pocos –él mismo no duda en presumir, por si
alguien cuestiona su cerebro, de su superior cociente intelectual-. Ante los
desprecios y burlas de la gente siempre se escuda diciendo que, contra lo que
parece pensar todo el mundo de él, no está loco, pues su madre le hizo las
pruebas pertinentes para averiguarlo ;)
Es tan solo un incomprendido en
un mundo en el que, desafortunadamente, son los fuertes y populares los que
imponen sus normas, no las mentes privilegiadas que desean cambiar el mundo a
mejor (bueno, vale, él lo hace más que nada por el reconocimiento, a fin de
cuentas su mayor aspiración es ganar el premio Nobel).
Está lleno de manías, a cada cual
más hilarante, desesperante y disparatada. Sin duda la más conocida puede
resumirse en el famoso: «Este es mi sitio», que aunque pueda parecer toda una
rareza, él es capaz de fundamentarlo con una lógica aplastante. No se queda atrás
su manía obsesivo-compulsiva por llamar a la puerta tres veces, repitiendo
otras tantas el nombre de la persona que se halla dentro. Es indeciso,
cuadriculado, siente pavor hacia los gérmenes, no le gusta improvisar y no le
gusta infringir las normas establecidas. Por ello, si se desea que haga algo,
tan solo basta afirmar: «Es una convención social no optativa». La única
excepción en la que optó por transgredir la ley que se me ocurre es cuando robó una de las películas de Indiana Jones de la sala de proyección del cine en el episodio
4x08,
aunque lo que más disfruta es, sin duda, imponer sus propias normas y obligar a
otros a respetarlas. Para ello, una mente inteligente como la suya sabe que es
indispensable y conveniente un amplio conocimiento de las leyes vigentes o la
puesta por escrito de estas, lo cual soluciona redactando los tan conocidos
"Contratos de Convivencia".
Antisocial, aficionado a los
cómics de superhéroes y a las series de ciencia ficción, constituye el
arquetipo de friki, de bicho raro o nerd, pero yo tiendo a declararme
contraria al uso de ese tipo de palabras de connotación tan peyorativa. Estas son
aficiones tan válidas como otras, por mucho que le pese a la gente “popular”.
Hay muchos que se quejan del
doblaje de la serie, de que la voz no le pega al personaje. En mi opinión, nada
más lejos de la realidad. Debido tanto a esos momentos que acabo de enumerar,
en los que sale a relucir el niño mimado que lleva dentro, como en sus
continuos alardes de listillo y sabelotodo, considero que la voz que en español
le han puesto le va como anillo al dedo: aguda, de timbre particular y casi incisiva,
muy de sabihondo repipi. Le pega más al carácter del personaje que la profunda
y grave voz del excelente actor Jim Parsons.
Hay ocasiones en las que dan
ganas de atravesar la pantalla y darle un abrazo, otras sin embargo, un par de
tortas. No obstante, por muy irritante que sea, ¿quién no se ablanda aunque solo
sea un poquito cuando se comporta como un ingenuo y mimado niño pequeño, con esa cara de no haber roto un plato, o cuando le pide a Penny que le cante “dulce gatito”?
Aunque se esfuerce mucho en disimularlo, lo cierto es que quiere mucho a sus
amigos, sobre todo a Leonard. Aún recuerdo lo mucho que me enterneció el
momento del capítulo 6x02 en el que, tras haber mantenido una charla con Penny
sobre sus idas y venidas con Leonard en las que se había manifiesto el
desequilibrio de sentimientos en su relación (él enamorado, ella quizá no o con
miedo a reconocerlo), le advirtió, antes de marcharse: «No le hagas daño a mi
amigo».
Me pareció el gesto más adorable y tierno que ha tenido en toda la serie.
Lo cierto es que en muchos
aspectos, aunque en otros seamos incompatibles, entiendo a Sheldon, porque me
siento terriblemente identificada en muchas cosas.
RICHARD CASTLE (Castle):
Sin duda, el alma de la serie.
Comienza siendo el típico ricachón mujeriego, creído, graciosillo y algo
arrogante, pero pronto vemos que se trata más de una fachada que otra cosa. Es
infantil, inmaduro, imprudente, impulsivo e irresponsable. Es inexplicable que
de un padre así salga una hija tan desmesuradamente responsable como Alexis, o
quizá precisamente por ello, por oposición a él, para poder atarle en corto en
sus locuras.
Es, por otro lado, fiel y leal, aunque testarudo y metomentodo, dispuesto a ayudar incluso cuando no se lo piden, como cuando decidió investigar por su cuenta el asesinato de la madre de Beckett, aun cuando ella le había advertido que no lo hiciera.
Es también, hilarante, divertido, gracioso
y entrañable, capaz de poner una nota de humor en las situaciones más tensas o
trágicas. Gran aficionado a bromas, chistes y sustos. Sin duda sus impagables
muecas y reacciones son lo mejor de la serie. En esto juega un papel fundamental
la voz del doblador, que aporta un efecto cómico impagable y que para mi ya
constituye parte del "sello Castle". Es el mismo, como pude notar enseguida, que
dobló en su momento a Nicholas Brendon en Buffy, solo que en ese caso ni la voz
conseguía hacer a ese personaje, Xander, más cómico (ni aún cuando se suponía que era el
graciosillo de la serie, cosa que a mi nunca me lo pareció) ni menos
insoportable.
Rick es, también, tremendamente ocurrente,
como muestran sus disparatadas hipótesis sobre los casos que investigan,
siempre tratando de buscarles una explicación sobrenatural, de esas para las
que se esfuerza en buscar pruebas de su veracidad, que alimentan su imaginación
de escritor y hacen aflorar al niño que lleva dentro. Me pregunto si realmente
es así de iluso, creyendo de verdad que esas cosas pueden llegar a suceder, que
toda esa mitología contemporánea proveniente del mundo de la ficción podría ser
el origen de un crimen real o si exagera su histrionismo porque sabe que eso
exaspera a Beckett y compañía.
El más pesado del mundo cuando quiere,
pero también enormemente valiente, sobre todo si está en peligro alguien que le
importa, como en el caso de los secuestros que a lo largo de la serie sufren su
hija o Beckett.
Esta última, muy cansina en algunos aspectos, tardó lo suyo en
aclararse en cuanto a sus sentimientos sobre él, e incluso estando juntos se
separó de él durante un tiempo en alguna ocasión, por lo que también habría que
valorar de él su paciencia, más que la del santo Job, con una mujer que no para
de erigir muros ante el acercamiento de él.
No puedo olvidar hacer mención, pues
es la faceta en la que más podría proyectar mi yo futuro, a Castle como
escritor, como maestro de las letras que usa sus experiencias diarias para
insuflar vida a los personajes de sus novelas de crímenes: desde Derrick Storm
hasta Nikki Heat. Él afirma, con tanta gracia como razón: «Hay dos clases de
personas que se pasan el día pensando en cómo matar a alguien: los psicópatas y
los escritores de misterio. Yo soy de los que cobran más»
FUENTES CONSULTADAS:
Imágenes de Spike:
Imágenes de Sheldon Cooper:
Imágenes de Richard Castle: