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domingo, 14 de noviembre de 2021

Relectura de la saga "Memorias de Idhún" (2004-2006)

Al fin me examiné y pude retomar mi relectura de sagas de fantasía de mi adolescencia, tópico que ha ocupado mis dos últimas reseñas. En este caso me tocaba aquella a la que le tenía más ganas, Memorias de Idhún de Laura Gallego, que es oficialmente la primera saga que me arrojó de lleno en la lectura, aunque había sido una gran lectora toda mi infancia.

Recuerdo con muchísimo cariño esta saga, que fue la primera en obsesionarme hasta el punto de que sus protagonistas me acompañaban mentalmente allá donde iba y en motivarme a releer de vez en cuando mis fragmentos favoritos. Esto también me sucedería posteriormente con otras de mis sagas clave como Crepúsculo o Crónicas vampíricas, pero Memorias de Idhún constituyó el pistoletazo de salida a todo ello. No obstante, al contrario que las otras dos sagas mencionadas, nunca volví a releer enteros los tres volúmenes. No hasta ahora.

Que yo recuerde, fue la primera saga que leí en la que se planteaba un triángulo amoroso en el que, como es habitual, la chica ocupa el centro y es cortejada por dos chicos. No obstante, mientras que con otras siempre he tenido absolutamente clarísimo a cuál de los dos debía escoger la chica si no quería desatar mi ira (Bella a Edward, Elena a Stefan, Katniss a Peeta, Clary a Jace, America a Maxon…) en este nunca estuve del todo segura, a pesar de que sí que sentía una debilidad especial por el misterioso, frío y peligroso Kirtash (y no me malinterpretéis, generalmente soy más favorable a los buenos chicos que a los chicos malos, pero es que Kirtash es absolutamente irresistible). Quizá por eso la forma en la que la autora decidió “resolver” este triángulo no me parece del todo mala. Ya hablaremos de ello más tarde porque si hay algo novedoso que separa a esta saga de otras con triángulo amoroso es la peculiar forma en la que este es gestionado, para nada convencional. No hace falta decir que vais a encontrar spoilers en este artículo. Solo avisaré por adelantado de los más graves.

Así pues, Kirtash fue quizás el primer personaje de libro del que me enamoré y fangirleé. No fue un amor tan fuerte, poderoso y duradero como el que he sentido por otros, eso sí. Pero Kirtash ejercía una fascinación considerable en mí. Un asesino despiadado, letal, esbelto, rápido y sigiloso como una pantera, con una siempre deseable melena castaña que enmarca unas facciones delicadas de rostro imperturbable e inexpresivo y unos ojazos azules pero fríos como el hielo que pueden penetrar en tu mente y leerla o, directamente, matarte. Pero que ama con pasión e intensidad hasta el punto de dar la espalda a sus ideales (por otra parte, más que cuestionables) y enfrentarse a su poderoso padre por proteger a la mujer que ama, y por ella también capaz de aliarse con el otro bando a pesar de que le detestan y no confían en él. No hay que equivocarse, Kirtash no cambia su forma de ser por Victoria. Sigue siendo un chico malo capaz de hacer cosas horribles. Lo que cambia en él es que por primera vez alguien constituye para él una razón para no hacerlas.

Uno de los puntos fuertes y novedosos de esta saga es, sin duda, la gestión que se hace del triángulo amoroso. Victoria no se pasa toda la saga dudando entre los dos chicos hasta que al final se decanta por uno como ocurre en casi todas las obras, sino que ella, con ayuda de uno de los chicos, que sin duda es muy abierto de mente en este aspecto, comprende rápidamente que su corazón nunca podrá elegir entre ambos y que no tiene por qué renunciar a una mitad de su alma porque los convencionalismos amorosos establezcan que se ha de vivir en monogamia. Recordemos que esta saga es de principios de este siglo. Sin duda Laura fue una auténtica visionaria al abordar un asunto como el poliamor o las relaciones abiertas —aunque nunca sean designadas con este nombre en el transcurso de la historia— en una época en la que esto todavía estaba mal visto y no era socialmente aceptado. Además, la forma en la que te explica los sentimientos de Victoria te hace entenderla a la perfección y rogar porque, en efecto, no renuncie a ninguno de ellos y se ate de igual forma a ambos, [SPOILER: llegando al punto de formar una familia de cinco miembros al haber concebido un hijo de cada uno de ellos]. Es hermosa la forma en la que se combinan dos historias de amor de carácter casi épico o legendario: una por estar prácticamente predestinada desde antes de nacer y otra justamente por lo contrario, por desbaratar lo considerado ético en ese mundo y luchar por su amor prohibido con todo lo que tienen.

No recuerdo exactamente qué opinión despertaba en mí de adolescente el hecho de que Victoria no eligiera entre Christian y Jack, pero no me suena que me pareciera del todo mal, quizá porque yo misma dudo entre ellos. Años después, sí que me encontraba a mí misma pensando que Victoria era un poco aprovechada y egoísta y que actuaba injustamente al no elegir entre ellos. No obstante, ahora, al haber refrescado mi memoria con esta relectura, me he dado cuenta de que entiendo a Victoria y que tampoco hay nada que reprocharle si a ambos chicos les parecía bien compartirla (bueno, en el caso de Jack más o menos). Los celos de Jack son razonables, mientras que Christian es extrañamente tolerante con la relación de Victoria con Jack, aunque egoísta respecto a convivir con ella. No acabo de entender por qué necesita desaparecer de la vida de su amada durante prolongados períodos de tiempo, por mucho que su esencia de shek prefiera la soledad. Debería entender lo doloroso que es para ella tener que soportar esas ausencias.

De esta saga me acordaba de muchas más cosas antes de releerla en comparación con las dos de mis dos reseñas anteriores, en parte por la citada relectura de mis partes favoritas en mi adolescencia. Durante la propia relectura también fui recordando más escenas a mayores que estaban próximas a suceder, por lo que realmente pocos acontecimientos me pillaban por sorpresa, si bien la idea que guardaba sobre ellos era sumamente vaga y nada detallada. Según leía también me iban sonando escenas o las iba recordando justo antes de que sucedieran.

 

Memorias de Idhún: La resitencia

El primero me ha vuelto a gustar muchísimo y a engancharme como en aquel entonces. No me ha defraudado lo más mínimo. Mucha gente se empeña en decir que releer libros que te gustaron en tu infancia o adolescencia no es buena idea porque en muchos casos te llevas un chasco y ya no te llenan como lo hicieron entonces, pero nada más lejos de la realidad. Ha sido sin duda uno de esos casos en los que vuelves a sentir lo mismo que sentiste entonces (incluso puede que más fuerte), porque a fin de cuentas, yo no he cambiado mucho como persona ni mis gustos literarios lo han hecho.

La personalidad de Victoria me gustó más en la primera parte de La Resistencia que en la segunda, donde estaba excesivamente borde y cortante con Jack, muy a la defensiva. Por suerte, su carácter se suavizó en los siguientes libros y solo lo sacaba cuando realmente debía hacerlo, como cuando defendía a Christian de Alsan y de Jack en el tercer libro.

Algo que no recordaba es que en el primer volumen parece quedar muy claro que es Jack, y no Victoria, el protagonista de la historia. Sin embargo, esto empieza a desdibujarse en la segunda parte y aún más en los siguientes libros, donde su papel no destaca más que el de Victoria o Christian en absoluto.

No había ningún personaje que me molestara o le tuviera manía en el primer volumen, si bien no me gustan los arrebatos de rabia e impulsividad de Jack en su primera mitad. He de decir que no me agrada que Victoria se creyera con derecho a “rebautizar” a Kirtash cambiando su nombre por Christian. Si le quieres, le quieres con su pasado, con todo lo que ha hecho, y deberías aprender a amar el nombre que antes te infringía temor en lugar de inventarte otro que te haga sentir más cómoda —Además, para qué engañarnos, Kirtash es un nombre mucho más sexy, por lo que me gusta más cuando se refieren a él de esa manera—. Tampoco me alegró leer lo distante que estuvo ella con los dos chicos durante su estancia en Limbhad al final del libro. Apruebo que no quisiera darles celos, pero que no fuera adecuado demostrarles su afecto en público no quiere decir que no pudiera hacerlo en privado, al igual que tampoco es justo que se dejara ver como unicornio por Jack pero no por Christian.

 

Memorias de Idhún: Triada

Sí admito que el segundo se me ha hecho algo pesado en ciertas partes. No solo es que sea un libro muy grueso (tiene más de 700 páginas con letra pequeña) sino que además Laura, en un noble intento por desarrollar largo y tendido la mitología del mundo de Idhún, acabó por meter quizá algo de paja. No digo que no sea interesante conocer más sobre este mundo que ella inventó, sus razas y criaturas, sus territorios y reinos, sus deidades… pero admito que en mí solo despiertan un interés moderado. Y es peor aún cuando lo que lees son páginas y páginas protagonizadas por personajes secundarios y no por el trío protagonista. Honestamente, si no fuera por Victoria, Kirtash y Jack, yo ni siquiera estaría interesada en esta saga. Sí que me gusta su fantasía y mitología, pero, al igual que me ocurre absolutamente con todas mis sagas preferidas, lo que realmente me apasiona de ellas y me motiva a seguir leyendo son sus romances, no sus aventuras. Esta continuación contenía demasiados personajes y me costaba distinguirlos y seguir el hilo sin liarme.

Por todo ello, cada vez que me tocaba leer algo sobre los personajes secundarios, me encontraba a mí misma exasperándome y resignándome interiormente, incluso a veces moviendo páginas para comprobar cuando iban a volver a aparecer los protagonistas. Nunca me saltaba ni un solo párrafo, no obstante, eso es algo que nunca he hecho y nunca haré. Siempre lo leo todo sin saltarme nada. En este aspecto, el segundo libro, en cada uno de sus capítulos, iba intercalando unas pocas páginas (o incluso solo párrafos) sobre las aventuras en las que se hallaban inmersos los protagonistas y otras pocas sobre alguno de los personajes secundarios.

Me decepcionó y molestó la actitud que mostró Christian con Victoria cuando esta le sorprendió besando a Gerde. Vale que ella estaba a la vez con dos hombres, pero eso no quita que sea comprensible que ella se enfade y se muestre dolida al encontrarse a Christian morreándose con la mujer que la torturó. Él debería haber mostrado más tacto y arrepentimiento después. Tampoco entendía cómo podía seguir teniendo tantas contemplaciones con su padre después de cómo le había torturado este. No obstante, más adelante fue Victoria quien me cabreó con su empecinamiento por matarle bajo la creencia de que él había matado a Jack. Jack había sido quien le había provocado y había dado inicio a la pelea y honestamente estuvo muy insoportable en los días en los que estuvieron los tres juntos. Además, en cuanto se dio cuenta del dolor que le había causado a Victoria, Christian se arrepintió de lo que había hecho y de hecho incluso lo vimos llorar por primera vez. El motivo de Victoria para matarlo, aparte de vengar a Jack, era eliminar a la otra razón que le quedaba para vivir para así poder dejarse morir, pero eso me parece tremendamente egoísta hacia Christian, como si su vida no fuera nada más que algo con lo que negociar. Es más, debería haberse disculpado con él cuando volvió a ser ella misma, mientras que actuó como si nada hubiera ocurrido.

Me sorprendió la constante tensión sexual de este segundo tomo. No la recordaba tan evidente puesto que sabía que no llegaba a consumarse hasta el último libro. Por otra parte, recelo de la postura de Christian ante este asunto. Decía que esperaría a que Victoria estuviera preparada. Sin embargo, la coaccionaba implícitamente lanzándole indirectas sobre sus ganas de llegar a algo más, así como al dejarse llevar demasiado en sus caricias.

Por otro lado, me hubiera gustado que el viaje de los tres juntos hubiera durado más. En cuanto a la cría de shek que la triada encontró en su trayecto, por muy irrelevante que fuera, es una lástima que resultara tener malas intenciones, porque me parecía muy tierno que Victoria y Christian ejercieran de padres con ella.

No recordaba en absoluto el personaje de Sheziss y me ha caído francamente bien (tan solo me resultaba familiar el hecho de que Jack apareciera en una cueva prisionero). Me gusta cómo es capaz de mantener a raya su odio y también sus inteligentes razonamientos. Jack me ponía de los nervios cada vez que perdía los estivos con ella y me agradó contemplar que finalmente las enseñanzas de Sheziss tuvieron un impacto en él y le hicieron madurar. Jack empezó a caerme mucho mejor después de eso. En general, los capítulos del periodo de Jack en Umandhun, lejos de parecerme pesados o aburridos, gracias a las enseñanzas de Sheziss me parecieron muy interesantes y filosóficos. Al igual que con Narnia, no recordaba un trasfondo tan profundo en la historia que se cuenta, acerca de la naturaleza del odio ancestral entre dragones y sheks. Nada es blanco o negro. Nadie es completamente malvado o bueno.

En cuanto al romance, si para mi desgracia Victoria pasa mucho más tiempo con Jack, por lo menos sus momentos con Christian son intensos y emotivos. Desde mi falta de convencimiento absoluto por lo que estoy diciendo, opinaría que mientras que según avanza la saga los momentos que pasan juntos son cada vez mayores, por otro lado quizá son cada vez menos románticos y conmovedores.

En cuanto a Shail, me gustaba más su personalidad en el primer libro, pues era más alegre y menos amargado, si bien se le comprende perfectamente puesto que no es plato de buen gusto haber perdido una pierna en una pelea.

 

Memorias de Idhún: Panteón

En el caso del tercer libro, un mamotreto de más de 900 páginas y quizá el libro más largo que he leído en toda mi vida, Laura fue más organizada en su primera mitad y esta vez eran capítulos enteros sobre los protagonistas intercalados con otros íntegramente solo sobre lo secundarios. Esto era peor para mí, porque, si bien me reconfortaba encontrarme con que tenía por delante un capítulo entero sobre Victoria y Kirtash/Christian (lo que realmente me interesa en esta saga), una vez terminado este me encontraba con uno entero en el que sabía que ellos no iban a aparecer en absoluto, cosa que no me molaba nada. Puedo sentir un cierto interés por Shail o por Alsan/Alexander, pero el resto de personajes no me importan lo más mínimo y me sobra bastante toda información sobre ellos o lo que hacen. Kimara, si bien no me cae del todo mal ni la odio, le profesé una cierta una cierta manía cuando rondaba a Jack y después cuando expresó sus deseos de matar a Christian, deseos que, sorpresivamente, pareció olvidar durante el tercer libro y ni siquiera volvió a hacerse referencia al tema.

He de decir que hubo actitudes de Christian que me decepcionaron mucho en el segundo libro y sobre todo en el tercero. Sobre todo el leer cómo él dudaba de sus sentimientos por Victoria y la ignoraba para conocer mejor a Shizuko y cómo se empeñaba en proteger a Gerde en la segunda mitad de la historia. Me encontraba a mí misma poniéndome de parte de Jack cuando este, tras haber defendido en múltiples ocasiones a su antes enemigo, se sentía traicionado por él.

El tercer libro lo comencé con una cierta reticencia, porque desgraciadamente sabía qué era lo que iba a ocurrir en su segunda mitad. [SPOILER: hablo de los embarazos de Victoria, que no hace falta decir que es lo que más me disgusta con diferencia de toda la saga, no solo por la temprana edad en la que queda encinta y cómo eso irremediablemente va a arruinar su juventud, sino también por la maldita manía de considerar que para que una historia de amor tenga un final feliz tenga que haber críos de por medio]. Aparte de eso, es quizá, el más aburrido de los tres. Salvo en el último tercio o cuarto de libro. Mucha divagación, explicación y teorías, poca acción. De la primera mitad salvaría los escasísimos momentos románticos que Victoria y Christian pasaron en Nueva York. La segunda es considerablemente más interesante y trepidante a pesar del poco tiempo que mi pareja favorita comparte juntos. Destacaría especialmente la huida de los tres de la diosa Wina en el bosque de Alis-Lithban, la fuga de Victoria con un malherido Christian, su recuperación y la acertada regañina que este le propinó a Jack por su conducta, la interesantísima conversación de Jack y Rando y las bodas, entre otros.

Algo que no me gusta de los romances de esta historia es el hecho de que solo se sientan atraídos los unos por los otros por su condición de híbridos. Se supone que cuando te enamoras de alguien, aunque ese alguien pierda aquello tan excitante que te hizo enamorarte de él, deberías seguir amándole, en lugar de perder el interés. El amor debería ser incondicional.

La profundidad filosófica y mitológica que me llamó la atención en el segundo tomo fue aún más desarrollada en el tercer libro y elevada a un plano todavía superior, pues se debate intensamente acerca de las motivaciones de los dioses respecto a los mundos y criaturas que crean, de su egoísmo y falta de preocupación por estos y respecto a su falta de capacidad para asumir que ellos también poseen un lado oscuro del que no pueden desprenderse tan fácilmente.

Por otra parte, Shail deja de estar tan malhumorado y vuelve a ser el chico amable con el que sabes que puedes contar cuando lo necesites. Su relación con Zaisei nunca me motivó lo más mínimo y opinaba que merecía a alguien más interesante que ella. Sin embargo, acabé simpatizando con ella debido a su genuino buen corazón y me alegré de que tuvieran un final feliz. [SPOILER: En cuanto a Alsan, lamenté profundamente su muerte, a pesar de lo insoportable que se volvió en la mitad final de la obra. Este cambio no se aclaró del todo si se debió solo a la acción de la roca maldita que Gaedalu le obsequió para controlar a la bestia o si eso solo sirvió como excusa o detonante para dejar salir una parte de él que siempre había estado ahí. Su comportamiento hacia Victoria y Christian fue indignante y me entristeció que sus últimas interacciones con los que habían sido sus amigos estuvieran empañadas y controladas por la acción de la piedra, que no pudiera conocer al hijo de Victoria y Jack y a tratarles a ellos mismos con la protección, cariño y paternalismo de antaño y a Shail con la camadería que corresponde a lo amigos que habían sido. En su lugar, Laura creyó que una muerte supuestamente heroica pero muy estúpida e innecesaria bastaría para que este personaje pudiera abandonar nuestras vidas en paz.

Hablando de esto, realmente me molesta que Laura considerara necesario matar a algún personaje importante en cada libro: Allegra en el segundo y Alsan en el tercero. Me apena también mucho que Allegra decidiera sacrificarse solo por matar a unos cuantos sheks y que no pudiera ver a su “nieta” vivir una vida feliz junto a sus maridos y sus hijos.

La autora también parecía tener una fijación con hacer pasar a Victoria por torturas o tormentos al menos una vez en cada libro. En el primero y segundo a manos de Gerde y Ashran y en tercero a manos de Alsan, Gaedaly y Qaydar y después para colmo durante el parto. Me llama la atención que Jack por su lado no fuera torturado en toda la saga a pesar de ser “al que más ganas le tenían” los malos. Pero, honestamente, el pobre ya tuvo más que suficiente con la trágica forma en la que perdió a sus padres al comienzo de la misma.

Laura ha querido darle un toque dramático no solo por esas muertes y la huida de Christian a la Tierra, sino por el hecho de que los personajes se llevaran un golpe de realidad respecto al hecho de que a los dioses no les importan lo más mínimo los mortales, que desaparecieran sin solucionar nada ni regenerar la estirpe de dragones y unicornios, que la magia fuera a desaparecer de Idhún eventualmente y que se insinuara que los sheks acabarían por gobernar la Tierra, así como el hecho de que el epílogo termine con la apresurada huida a la Tierra de Jack y Victoria porque querían darle caza a la hija que había concebido de Christian. Esto también me lleva a preguntarme cómo diablos se enteró la gente de que Victoria volvía a estar embarazada y que su hija era hija de Kirtash y no de Jack si estaban viviendo en secreto.

El final queda ligeramente abierto al no terminar con un final feliz convencional, sino por una huida marcada por los tintes dramáticos antes mencionados. Eso me hace preguntar si acaso quería dejar el final abierto a una posible continuación, si bien lo dudo mucho pues nunca he leído nada que indicara que Laura alguna vez había considerado expandir la historia más allá de esta trilogía. No obstante, algunas cosas del final parecían dar cabida a una continuación, como el hecho de que se reiterara que Covan quería seguir dando caza a las ya inexistentes serpientes y a Kirtash o el hecho de que emplearan la roca maldita para tallar las uñas de los dragones artificiales.]

 

Para poner punto y final a esta reseña, diré que me he sentido deleitada al revivir la magia de esta hermosa saga, que nuevamente vuelve a situarse entre mis favoritas al haber podido recordar y comprender por qué me había gustado tanto en su momento. Tal y como suele ocurrirme con muchos libros y series, siento mucha melancolía y nostalgia al haberle puesto punto y final y saber que ya no puedo hacer otra cosa que releer mis fragmentos favoritos para poder volver a sentir lo mismo de nuevo siempre que desee hacerlo.

 

 

 

viernes, 24 de septiembre de 2021

Relectura de la saga "Las Crónicas de la Torre" (2000-2004)

 

Mi historia con Laura Gallego:

Como comenté hace un par de semanas, he emprendido la relectura de sagas de fantasía que leí en mi preadolescencia y adolescencia tan solo una vez. Por ello excluyo las sagas de vampiros como Crepúsculo o Crónicas Vampíricas u otras como Los Juegos del Hambre, por el hecho de haberlas leído en más de una ocasión y tenerlas más recientes.

Tras la relectura de Las Crónicas de Narnia, me dispuse a comenzar con Las Crónicas de la Torre de Laura Gallego. Conocí a esta autora en mi adolescencia gracias a Memorias de Idhún, que se convirtió en seguida en mi saga favorita por el momento y dio el pistoletazo de salida a mi fiebre por las sagas de fantasía y romance que me obsesionarían de ahí en adelante y fomentarían mi ya existente amor por la lectura. Como dicha saga me encantó, la amiga que me la había recomendado me aconsejó leer otros libros de la autora, a la cual podría considerar la primera autora favorita que alguna vez he tenido y la única española. No recuerdo si fue Finis Mundi el siguiente que leí o fueron Las Crónicas de la Torre. Fuera cuál fuera, lo cierto es que, tanto uno como los otros, si bien no me disgustaron en absoluto, no estuvieron para mí a la altura de la saga que me había enamorado de la autora. De hecho, ni siquiera recuerdo cuántos libros llegué a leer de Crónicas de la Torre, muy probablemente no todos.

Pero, al igual que comenté con Las Crónicas de Narnia, no dejé que mi inicial escaso interés en la saga me disuadiera de releerla, ya que las relecturas suelen deparar bastantes sorpresas, sobre todo si ha transcurrido bastante más de una década de por medio. Así pues, puesto que soy una chica obsesivamente ordenada y quería releer en orden cronológico de publicación las obras de Laura Gallego que ya había leído previamente, aguanté mis ganas de empezar por Memorias de Idhún (aunque me tomé la licencia de saltarme Finis Mundi, que sinceramente, no me motivaba demasiado y prefiero dejarlo para otra ocasión) y me preparé para comenzar con Crónicas de la Torre. Se trataba de una de las sagas de las que no poseo ningún ejemplar, así que tuve que tomar prestados los cuatro tomos que la conforman en la biblioteca pública de mi ciudad.


Sobre Crónicas de la Torre:

Aviso de que esta reseña contiene spoilers. Tan solo repetiré el aviso en su momento para los más gordos.

Lo cierto es que habiéndola leído con tan solo unos 13 o 14 años, a priori no me acordaba de nada sobre la saga. Cuando acababa de comenzar la relectura del primer libro El Valle de los Lobos (2000), me di cuenta de que sí me resultaba familiar la historia y me sonaban ciertas cosas que iba leyendo, bastante más en comparación con Las Crónicas de Narnia. Recordé enseguida que el niño con el que jugaba Dana desde pequeña solo podía verlo ella, y también sabía que ella más adelante asistía a una especie de escuela de magia. Según proseguía la lectura, recordé en qué condición se hallaba realmente Kai y tenía vagas sensaciones de familiaridad, por ejemplo, al leer sobre los niveles que debían superarse en la escuela (cada uno correspondiente a uno de los cuatro elementos) y en la escena en la que encuentran una trampilla en la cabaña del bosque a las que les conduce el unicornio.

Lo cierto es que este primer libro me ha gustado mucho más de lo que pensaba y de lo que recordaba, a pesar de ser una lectura mucho más adecuada para mi edad de entonces que para mi edad de ahora. ¿Por qué será? ¿Influiría en su momento mi idealización de Memorias de Idhún y eso sometería a las obras de la autora a comparaciones poco ventajosas? Sea como sea, estoy contenta de haberme animado a releerlo. Si los restantes hubieran seguido en la misma línea, podría haberlo incluirlo en mi lista de sagas favoritas. Me he implicado más de lo que esperaba y, lo cierto es que, incluso la despedida entre Dana y Kai me hizo derramar alguna lágrima.

El segundo libro, La maldición del maestro (2001), fue un tanto decepcionante. Realmente me gustó menos que el primero. Primero de todo, no me agradó que la protagonista ya no fuera Dana, sino Salamandra. No me desagradaba, pero tampoco me caía completamente bien. Me parecía muy injusto su trato hacia Jonás y su encaprichamiento con Fenris, que ni siquiera la correspondía. Además, me entristeció mucho conocer la muerte de Maritta al principio del libro. Aunque fuera un poco tosca, me caía bien.

No me suele hacer gracia que se incluyan tantos personajes nuevos, aunque Jonás y Conrado me cayeron bien. Me extrañó que Morderek resultara ser tan egoísta y malo, al principio solo parecía demasiado presuntuoso. Lo cierto es que la reaparición del maestro como fantasma no fue nada memorable, aunque yo no podía evitar sorprenderme con su maldad. Durante el primer libro no parecía tan maquiavélico. Shi-Mae me cayó bastante mal, sobre todo por cómo trataba a Fenris. Nawin tampoco fue santa de mi devoción también al principio, pero luego pareció ser decente. En cuanto a Dana, pasó a tener un papel muy secundario, hasta el punto que ni siquiera pude disfrutar su reencuentro (aún incorpóreo) con Kai, porque lo narraron a través de los ojos y oídos de Salamandra (aunque el narrador de la historia siguiera siendo una tercera persona) y ella pilló la conversación empezada y no sabía lo que estaba ocurriendo.

Honestamente, nada de lo que leía me sonaba, por lo que deduje que este no lo había leído. Sin embargo, la sorpresa que le depara el final a Kai sí que me sonaba mucho, así que no puedo estar segura de no haberlo leído. [Spoiler: me refiero a cuando Kai ocupa el cuerpo de un dragón y vuelve a la vida]. Me extrañó que al final del libro incluyeran un último capítulo que vuelve al principio del mismo, a cuando Kai aún no había regresado a avisar a Dana y Aeonia le mostraba las historias pasadas de los nuevos personajes. Este tipo de epílogos se repetirían en los dos libros restantes.

El tercer libro La llamada de los muertos (2002), desconozco completamente si lo llegué a leer. Me gustó más que el segundo pero menos que el primero. En general, la premisa que planteaba la profecía era interesante, y yo llegué a las mismas conclusiones que Dana sobre a quién correspondía cuál destino [Spoiler: Salamandra ser consumida por su propio fuego y Kai recuperar su verdadero cuerpo, y yo también pensé en Fenris cuando el Oráculo dijo que sería el que oye la voz de los lobos el que moriría entre terribles sufrimientos. Me gustó que esto tomara un rumbo inesperado y los destinos no se correspondieran con quienes habíamos pensado].

Por lo demás, no es que este libro tuviera mucha chicha. Dana parecía volver a ser la protagonista de la historia, pero lejos de serlo claramente. Su actitud no me acabó de agradar del todo. A pesar de que yo en estas historias siempre he sido partidaria de que luchen por sus seres más queridos aunque puedan poner en riesgo a otros, yo en este caso no acababa de ver del todo bien que Dana finalmente se empeñara en conseguir devolverle a Kai su cuerpo si para ello estaba ayudando a cumplir la misma profecía que vaticinaba la muerte de Fenris y Salamandra. No me pareció bien que se fiara de Shi-Mae, a pesar de que al final lo único que esta quería era algo que queríamos todos, que Morderek muriera. Iris me irritó bastante cuando desobedeció las órdenes de Dana y se quedó en la Torre por quedarse cerca de Saevin, porque con ello solo estaba colaborando para que la profecía se cumpliera. Celebré que Dana volviera a ver a su familia aunque lo que no me complació fue que no hubiera ido en todo ese tiempo y que fuera solo por recoger los huesos de Kai y que hubiera tanta tirantez entre su familia y ella.

[Spoiler: Me ha decepcionado y entristecido mucho el final. Es horroroso por parte de la autora que Dana quedara en coma durante décadas y el pobre Kai solo hubiera regresado a la vida como dragón de nuevo para esperar la muerte de Dana durante años sin moverse de su ventana. A parte de que no me consuele demasiado que solo pudieran estar juntos en el Más Allá, Dana ni siquiera pudo vivir hasta mayor rodeada de sus amigos y de Kai aunque este fuera un dragón. O al menos la autora podía haber hecho que Kai no reviviera cuando murió como dragón, para que así se hubieran reencontrado en el otro lado mucho más pronto y no tuviera que haberla esperado durante décadas.]

El capítulo final sobre cómo Fenris se había marchado de la torre tiempo atrás para buscar a más elfos-lobos se me hizo un tanto largo y pesado, y eso podía considerarse un adelanto del cuarto y último libro.

El cuarto libro, Fenris, el elfo (2004); si bien me gustó, fue el que se me hizo ligeramente más pesado, y tardé más días en terminarlo. No continúa la trama donde terminó el tercero —que ya era el final de la historia—, sino que constituye una precuela protagonizada por Fenris en la que se explica su vida desde antes de su nacimiento hasta que fue “acogido” por el Señor de la Torre. Se hace raro leer un libro de Crónicas de la Torre sin Dana y Kai, y eso juega en contra de su disfrute. No obstante, no digo que la historia de Fenris no sea interesante, que lo es, sobre todo su infancia, su amorío con Shi-Mae —a la que se odia un poco menos en este libro— y su temporal pertenencia al clan donde conoció a su segundo amor, Ronna. Esta última me cayó bien, a pesar de que suelo cogerles algo de manía a las intrusas que irrumpen en la historia estando esta ya avanzada y encima tratan de conquistar al protagonista.

Al igual que los libros anteriores, el final es sucedido de un epílogo que relata algo acontecido con anterioridad. En este caso, es el cómo vivió Shi-Mae el descubrimiento de la verdadera naturaleza de Fenris y qué la llevó a denunciarle en el juicio. Lo cierto es que si bien al principio pensé que ofrecer su punto de vista sobre los acontecimientos era innecesario, me equivoqué, puesto que realmente ayuda a comprender sus sentimientos y comportamiento. De hecho, no me pareció que ese epílogo sobrara si no que me gustó como punto y final al libro.

La edición a la que pertenecían los tres últimos tomos que cogí en la biblioteca estaba ilustrada y el tercer libro incluso contenía unas bonitas tarjetas a modo de fichas de personajes que me extraña enormemente que no hubieran sido robadas por algún lector espabilado. Aunque la representación de los personajes no era muy fidedigna y el texto contenía lo que en cierto modo eran spoilers de que Morderek iba a ser el malo en esta ocasión y que Saevin, aunque fuera misterioso, no iba a ser malvado.

Como conclusión diré que, en general, la saga me ha satisfecho bastante, si bien me hubiera deleitado muchísimo más si el resto de libros hubieran estado a la altura del primero.

 


 

domingo, 12 de septiembre de 2021

Reelectura de la saga "Las Crónicas de Narnia" (1950-1956)

Tras mi lectura de las biografías de grandes mujeres, me propuse releerme sagas de fantasía que hubiera leído tan solo una vez en mi preadolescencia y adolescencia. A continuación expongo mis impresiones al haber releído, en el curso de dos semanas y media, Las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis. Aviso que este artículo es bastante largo y en su primera mitad muy personal y subjetivo, por lo que para los lectores más vagos recomendaría leer por encima hasta llegar al séptimo libro, y a partir de ahí leer muy atentamente, pues explico algunas cuestiones realmente interesantes acerca de las probables comparaciones que pueden encontrarse entre la mitología del mundo narniano y nuestra religión cristiana. Incluso pensé en dividir en dos esta reseña porque realmente esa última parte merece mucho la pena ser leída y es muy breve.

Antes que nada, hay que aclarar que no existe un único orden de numeración de estos libros, ya que ni fueron escritos en el mismo en el que se publicaron, ni el orden de publicación original se corresponde con el cronológico de los acontecimientos que suceden dentro de la historia. La edición que tengo yo los coloca respetando el orden de los acontecimientos y, sinceramente, a mí me parece el más adecuado para no perderse dentro de la historia. Por ello, la numeración que voy a seguir en esta reseña es la siguiente:

Libro 1: El sobrino del mago (1955)

Libro 2: El león, la bruja y el armario (1950)

Libro 3: El caballo y el muchacho (1954)

Libro 4: El príncipe Caspian (1951)

Libro 5: La travesía del Viajero del Alba (1952)

Libro 6: La silla de plata (1953)

Libro 7: La última batalla (1956)

Los únicos tomos que se llevaron a la gran pantalla fueron el dos, el cuatro y el cinco, es decir, respetaron el orden original de publicación, o al menos los estaban haciendo hasta que cancelaron la adaptación del resto de la saga.

Obviamente, va a haber muchos spoilers en esta reseña, así que quedáis todos avisados.

 

Mi experiencia personal con Las Crónicas de Narnia:

No recuerdo cómo empezó mi conocimiento de esta saga, pero imagino que fui a ver la primera película al cine (El león, la bruja y el armario). Tampoco me acuerdo si fue después de esa o de las dos películas siguientes que empezaron a comprarme los libros. Tan solo los debí de leer una vez y, si bien no sé a ciencia cierta si leí todos los que tengo, estoy bastante convencida de que no llegué a leerme los dos últimos. Me ha sorprendido no encontrar el segundo en mi estantería, y he deducido que probablemente se deba a que ya había visto la película, y yo por aquel entonces no estaba especialmente interesada en leer historias que ya hubiera visto en la pantalla grande y me solía centrar en aquellos tomos que no hubieran adaptado al cine. Desde entonces, no solo no volví a leer los libros sino que tal vez tampoco volví a ver las películas. Durante todo este tiempo perdí todo interés en Las Crónicas de Narnia y nunca pensaba en esa saga cuando rememoraba mis sagas favoritas o personajes de libros leídos.

Fue hace unos meses cuando opté por poner escrito las principales sagas que había leído para plantearme si releerlas, así que añadí esta a la lista y a pesar de no tener ningún interés al principio en su relectura me dije que si optaba por volver a leer las que solo hubiera leído una vez esta también debía releerla, pues además era la que menos reciente tenía de todas. Pasaron muchos meses desde que al fin me dispuse a empezar con esta tarea y no fue hasta que recién iba a empezar con esta que realmente sentí ganas de ello.

Honestamente, no recordaba nada de nada antes de ponerme a leer, ni siquiera de las películas, que suelen dejar una huella más marcada y visual en la memoria. De la película de El león, la bruja y el armario solo recordaba vagamente a Lucy entrando en el armario y saliendo a la nieve y poco más. De alguna de las otras solo recordaba el rostro del príncipe Caspian porque era tan guapo que tuve un poster de la película en mi pared durante un tiempo, y también algo sobre unas aventuras a bordo de un barco, sin más detalles. Está claro que soy la clase de persona que puede volver a ver películas o releer libros como si fuera la primera vez.

Al igual que me ocurrió con las películas de Harry Potter, consideraba que tanto los libros como las películas de Narnia las iba a disfrutar y comprender mejor ahora a mi edad aunque la historia ya se me haya quedado un poco infantil. Y lo cierto es que no me equivocaba. Por una parte estaba el hecho de debido a mi penosa memoria los he leído como por primera vez, pero por otra la nostalgia por mi infancia me ha servido como un poderoso atractivo durante la lectura.

La narración está dirigida a un público infantil de forma muy clara y evidente. Constantemente el narrador se hace presente dirigiéndose al lector explicándole cosas y haciéndole preguntas para asegurarse de que los niños sigan bien el hilo de la historia y no se pierdan o no comprendan cosas. Pero esas aclaraciones no me resultaban molestas, de hecho, a veces eran más bien irónicas y divertidas.

Aunque me preguntaba si según leía me iría acordando de cosas, lo cierto es que con el primer libro (El sobrino del mago) lo único que recordaba haber leído en el pasado porque sí me resultaba familiar fueron las escenas en las que Polly y Digory llegan al mundo de Charn (más que nada por las ruinas y la iluminación rojiza) y el momento en el que llegan a una Narnia que aún está siendo creada mediante el canto del león y el sol comienza a asomar. Curiosamente, me resultaban más familiares las ilustraciones, que sí que me sonaban un poquito más, sobre todo, evidentemente, la que representé yo para un concurso de dibujo que gané en 1º de la ESO.

La narración de la historia me pareció, al igual que la de los libros posteriores, más para niños de lo que pensaba, muy enfocada al público infantil. No obstante, sin parecerme una historia extraordinaria me ha gustado y entretenido y en la segunda mitad sí que me daban ganas de ponerme a leer para continuarlo. Sin duda mi parte favorita porque es realmente graciosa es cuando los animales parlantes que Aslan acaba de crear en Narnia ven al río Andrew e intentan plantarlo en la tierra tras debatir y determinar que debe de tratarse de una especie de planta. Esos diálogos son verdaderamente divertidos. El resto del libro no tiene tanto humor, tan solo ligeros toques demasiado suaves como para hacer reír.

El segundo libro (El león, la bruja y el armario), como digo, lo tuve que reservar en la biblioteca e intuyo que no lo había leído nunca. Me gustó también, pero no diría que más que el primero. Según leía sí que me iban sonando cosas de la película como el fauno Tumnus avergonzándose de haber avisado a la Reina Blanca de que ha llegado una humana al reino, o el hecho de que Peter recibió como obsequios y armas un escudo y una espada, Susan un arco y flechas y Lucy un antídoto para curar heridas con el que después de la batalla le salvaría la vida a su hermano. Hablando en plata, Edmund me pareció “tonto del culo” y un pésimo hermano y opino que Aslan fue muy benevolente con él al nombrarle también Rey.

El tercer libro (El caballo y el muchacho) supongo que sí lo leí en su momento, pero lo cierto es que no he recordado nada según lo leía. Solo me resultaba familiar el encuentro de Shasta con Aravis y la mención de las Tumbas de los Reyes en las que tenían que encontrarse si el grupo se separaba. Pero ni siquiera estaba segura de que esta sensación familiar no se debiera a que leí algún otro libro en el que ocurriera algo parecido. Intuyo que de pequeña no me entusiasmó en exceso porque la historia de un chico pobre y un caballo parlante que huyen y se pasan medio libro atravesando el desierto en un contexto de reminiscencias árabes o moras no me encaja mucho con el tipo de historias que disfrutaba leyendo de pequeña. Ahora sí me ha gustado aunque no diría que más que los anteriores.

Valoro el hecho de que cuente una historia algo diferente con protagonistas distintos y un ambiente y cultura también diferente. En este, el humor está más distribuido en forma de comentarios graciosos o apuntes del narrador a lo largo de toda la historia, no hay una escena en específico que fuera mucho más divertida que las demás como en el caso del primero. En lo referente a los personajes, Aslan tiene un papel menos importante y solo aparece en momentos muy puntuales y breves. Simpaticé más con Shasta y Hwin que con Aravis y Bree, pues los primeros son más humildes y los segundos más pretenciosos aunque de buen corazón. Aunque Shasta y Aravis terminen juntos (como se veía venir por ser una historia predecible para niños con final feliz), no hubo indicios románticos durante la narración ni muestras de interés mutuo, lo que resulta refrescante para mí, pues las tensiones románticas no resueltas a veces terminan resultando cansinas. Sobre este hecho, me apetece rescatar una de esas referencias implícitas que solo los adultos comprenden que verdaderamente me hizo sonreír en complicidad con el autor. Me refiero al momento en el que este explica que, dado que Shasta y Aravis discutían con asiduidad, decidieron casarse para así poder seguir haciéndolo con mayor comodidad. Honestamente, ¿acaso no es eso en lo que verdaderamente consiste el matrimonio? Jajaja.

El cuarto libro (El príncipe Caspian), más bien no lo recordaba en absoluto, para que engañarnos, y, aunque me gustó, quizá me resultó levemente menos interesante que los anteriores. En general tiene algo menos de humor y las aventuras tampoco es que resulten demasiado frecuentes ni excitantes. El relato de la huída de Caspian ocupa casi un tercio del libro, aunque lo cierto es que es interesante. Por lo demás, no es que suceda gran cosa aparte de que los Pevensie van de acá para allá intentando llegar hasta él para ayudarlo. Al final del libro ya recibimos la triste noticia de que Peter y Susan no van a volver a Narnia por haberse hecho “demasiado mayores” razón que, sinceramente, me parece un tanto estúpida, pero que se intenta reforzar con el hecho de que ninguno de los dos creyeron a Lucy cuando esta dijo ver a Aslan ni se ofrecieron a acompañarla en su busca. Edmund, que es más pequeño, sí tuvo más fe en ella y quizá por eso a él sí se le permitió regresar. Por otra parte, me chocó bastante leer a un Caspian tan niño, pues recordaba al apuesto joven que lo había protagonizado en las películas y que debía sacarle como diez años.

Cuando llevaba media relectura del quinto libro (La travesía del viajero del alba) pensé que quizá en el pasado solo debí de empezar a leerlo y no lo terminé. Digo esto porque la escena del principio en la que los tres niños se quedan contemplando el cuadro de la habitación y son engullidos por él sí me sonaba mucho haberlo leído, sin embargo, con ninguno de los acontecimientos posteriores había vuelto a tener la misma sensación. No obstante, cuando leí sobre la Isla de los Farfallones, sobre la Isla Oscura y el final del mundo —con las aguas rodeadas de flores— sí tuve una muy vaga sensación de familiaridad, por lo que deduzco que sí debí de leerlo entero.

Si bien este tomo tampoco es que sea el más interesante (sí el más largo), el hecho de que las aventuras tengan lugar en el mar y el trayecto en barco le aporta un soplo de aire fresco y una variación que siempre se agradece. El humor tampoco destaca demasiado en esta ocasión y he de decir que la parte final del libro me ha parecido extrañamente surrealista, quizá lo que más de toda la saga, y algunas partes un tanto creepy, que hacían aflorar en mí la sensación de que me podían haber dado un cierto “yuyu” al leerlas de pequeña, sobre todo las de las islas que antes mencioné, ya que ocurren cosas realmente extrañas.

El sexto libro (La silla de plata) estoy suficientemente convencida de que nunca lo llegué a leer porque no me sonaba ni lo más mínimo. No sentía ninguna sensación de familiaridad al leerlo. No me entusiasmó comprobar que Eustace iba a ser uno de los protagonistas, ya que en el quinto libro me irritaba bastante, pero tanto él como el desarrollo del libro me sorprendieron para bien. No es que suceda nada particularmente interesante y el planteamiento es algo más soso que el de los otros —ni siquiera se aprecia un claro clímax ni hay una batalla—, sin embargo, se me ha hecho más ameno que el anterior. Tiene algo más de humor, aportado sobre todo por el meneo de la Marisma llamado Charcosombrío, personaje que me ha caído bastante bien y cuyo pesimismo me hacía gracia y me recordaba mucho a mío.

El séptimo libro (La última batalla), el más corto de todos y con menos humor, sí diría que me ha decepcionado por varias razones. Para empezar, el comienzo no fue mucho de mi agrado. Mientras que los anteriores partían de nuestro mundo y de cómo los niños en cuestión, que eran los protagonistas, llegaban a Narnia; en este el primer capítulo te presenta al odioso chimpancé Triquiñuelas y al asno Puzzle. A pesar de que en Narnia los animales parlantes tienen una importancia primordial y no sería Narnia sin ellos, disfruto más de sus intervenciones algo más dispersas por la trama o centradas en la interacción con humanos. Por mucho que esto solo ocupara el comienzo del libro, no disfruté mucho leyendo sobre Triquiñuelas (no podrían haberle dado un nombre más adecuado al maldito) y el extremadamente lelo Puzzle, si bien reconozco que esto sienta las bases del resto de acontecimientos del libro y por tanto su narración era indispensable para poder comprender lo que sucede después. De todas formas, algo que también diferencia este tomo de los anteriores es que en esta ocasión el protagonista es un Rey narniano llamado Tirian, no los niños de nuestro mundo, que tienen un papel ligeramente más secundario. El autor intentó incluir apariciones o menciones a todos los personajes que habían tenido alguna importancia a los largo de la saga, un tipo de homenaje que a mí siempre me gusta, si bien en este caso se ciñó más que nada a la parte final del libro y de una forma un tanto superficial. Al leer la sinopsis, me había hecho ilusión saber que los Pevensie iban a aparecer otra vez junto con Jill y Eustace, si bien me dio muy mala espina no encontrar a Susan enumerada entre ellos. Me llevé un chasco cuando comprobé que, no solo los Pevensie no se dignan a aparecer realmente hasta casi el final, si no que, en efecto, Susan no está entre ellos. Quizá los que no quieran leer spoilers deban saltarse el párrafo que escribo a continuación.

Me pregunto qué problema tendría el autor con el personaje de Susan. Debería haber tratado a los cuatro hermanos por igual. Si Edmund comenzó siendo un traidor y se redimió, ¿por qué no hizo lo mismo con Susan? Para empezar, no tiene el más mínimo sentido que se inventara que Susan había dejado de creer en Narnia. Había estado allí en dos ocasiones y en la primera de ellas durante décadas, ¿cómo diablos iba a creer entonces que no habían sido más que juegos de niños? La única explicación que se me ocurriría es que, herida por haberle dicho Aslan que no podría volver a Narnia y a la defensiva por su propio comportamiento escéptico durante ese viaje, optó por intentar olvidarse de ese mundo para seguir adelante, hasta el punto de que llegó a convencerse a sí misma de que todo se lo habían imaginado. Quizá esta fuera la forma que tuvo Lewis de referenciar cómo algunos niños, cuando crecen, siguen aferrados con cariño y nostalgia a su infancia mientras que otros reniegan de ella en un intento desesperado por aparentar madurez. Sea o no esta la razón, no me parece bien el trato que Lewis le dio a uno de los personajes protagonistas de la saga. Lo que es más, esto causó un distanciamiento entre ella y sus hermanos —Peter habló de ella en tono despectivo y frío y los demás ni la mencionaron en todo el libro— y acabó originando una gran desgracia, pues acabó por no compartir el mismo destino que todos ellos y por tanto la condena a la desgracia dejándola completamente sola por el resto de su vida.

Esto me lleva el desenlace de este último libro y de toda la saga, que sin lugar a dudas fue lo que más me decepcionó y entristeció de todo, porque, sinceramente, teniendo en cuenta la saga que estaba leyendo, no me esperaba un final tan triste, aunque sus implicaciones se suavizaran o edulcoraran para los lectores infantiles. Y aviso por adelantado, aquí viene el MEGASPOILER PADRE DE TODOS LOS SPOILERS de esta saga:

¿Cómo diantres se le ocurre a C.S. Lewis matar a los niños protagonistas? Vale que ellos quisieran vivir para siempre en Narnia y que solían regresar a su mundo a regañadientes, pero ¿no había otra forma de dejarlos en Narnia que no fuera matándolos, y más teniendo en cuenta que si siquiera se trataba del mismo Narnia que habían conocido?

Parecía que el autor quería introducir a la fuerza algo de drama, como para demostrarle a los niños las cosas terribles que pueden suceder en el mundo, pero a la vez envolviéndoselo en azúcar para no traumatizarlos. ¿Y sabes qué? No cuela. El drama es drama aun así. Lo que es irreparable es irreparable aunque me lo vendas entre algodón de azúcar. Y puede que a un niño consigas venderle ese efecto deseado —aunque me niego a creer que el niño fuera tan tonto como para no quedarse triste aun así—, pero a un lector adulto no. Sobre todo si ese lector, como es lo común en el siglo XXI, no cree en cosas como el cielo, el infierno o el Más Allá. Realmente parece que C.S. Lewis intentó meterles a los niños con calzador la religión católica a través de este libro.

Puede que un niño no captara las pequeñas pistas que iba dejando el autor para comprender la verdad, pero yo sí. La primera mención al accidente de ferrocarril ya me dio mala espina y me parecía sacada de la nada. ¿A qué venía eso si no implicaba lo que claramente iba a terminar implicando? Y ya cuando en su siguiente alusión a este hecho los personajes —muy inocentes ellos por no darse cuenta— empezaron a mencionar que tras este de repente habían dejado de sentir entumecimiento o dolores y que los mayores habían rejuvenecido, o que por mucho que treparan montes y montes no se cansaran, yo ya sabía que podía temerme lo peor. Aún así me aferraba a una brizna de esperanza, diciéndome que quizá se sacaban otra explicación fantasiosa de la manga y que no estaban muertos. Pero no. Si no hubiera habido ninguna aclaración me hubiera perturbado porque no hubiera sabido qué pensar, pero la aclaración que llegó de los labios de Aslan confirmó mis peores temores y eso fue de todo menos tranquilizador.

Y para colmo, resulta que en el otro ferrocarril que se estrelló iban también los padres, que también fallecieron sin haber tenido la más mínima aparición o relevancia en toda la saga. Repito, ¿qué necesidad había de matarlos a todos ellos? No era ningún requerimiento de la trama en absoluto y me indigna mucho. Y casi me indigna más que la pobre Susan, siendo la única superviviente por no ir en ese maldito ferrocarril, se quedara completamente sola, viéndose abruptamente despojada de sus padres y hermanos y sin ningún tipo de consuelo acerca de su paradero en el Más Allá. Es que me parece sumamente cruel, de verdad. Al menos Polly y Digory eran muy mayores, por lo que su muerte no resulta tan trágica, ¿pero los demás? Y, como si estas muertes no fueran suficientes, al final del libro Jill, Eustace, Tirian y los animales que se pusieron de su lado también caen en la batalla. ¿En serio? ¿Solo para que estén todos juntitos y felices en el Más Allá? ¿Qué necesidad había de que murieran tan jóvenes? Lo cierto es que si bien no lloré, me quedé con ganas.

Me pregunto qué fue de los malvados ¿murieron también? En teoría Aslan eliminó por completo Narnia, así que ahí se deduce que todo ser vivo fue sacrificado, cosa que me parece enormemente cruel por parte de un personaje benévolo como Aslan, tendiendo en cuenta que en el segundo libro este decidió sacrificarse a sí mismo para que no muriera Edmund. ¿Y ahora los mata a todos? No lo entiendo. ¿Por qué Aslan no apareció para salvar la situación a tiempo como en otras ocasiones? Es omnipotente, nada de eso tenía por qué haber ocurrido.

Y eso me lleva al otro tema que me decepcionó. ¿Por qué diablos Aslan decidió destruir Narnia, un mundo que había durado tan pocos siglos? ¿Fue quizá que le decepcionó tanto la conducta de los narnianos, dejándose embaucar por un mono malvado y mentiroso, o porque otros habán perdido la fe en él desde antes? Eso sería cómo decir que en nuestro mundo Dios tiene el derecho a destruir el Planeta Tierra solo porque parte de la población no cree en él.

Esta resolución final también sirve para confirmar las hipótesis religiosas que se despiertan en un lector avispado a lo largo de toda la saga, a través de las figuras de Aslan y Tash y la conveniente forma en la que sus devotos les rinden pleitesía. Pero todo esto lo explicaré en mayor profundidad al final del todo. Del mismo modo, también me sorprendió encontrar una referencia tan clara a la filosofía de Platón, que yo cacé al vuelo enseguida y que líneas después se me vio confirmada a través de un personaje que (por si acaso algún lector despistado no lo había pillado), menciona que, en efecto, eso era justo lo que pensaba Platón. Es un spoiler muy grande así que de este aviso por adelantado. [SPOILER: me refiero a la escena al final en la que se revela que tanto nuestro mundo como Narnia no eran más que una copia deslucida de los mundos originales que se encuentra en el Más Allá, a los que llegas una vez que mueres.]

FIN DE LOS SPOILERS

 


El sexismo y la religión en Las Crónicas de Narnia:

No considero que esté de más apuntar que he captado un marcado machismo que sin embargo resulta más o menos comprensible teniendo en cuenta que el autor escribió estos libros en los años 50. Está el hecho de que muchos personajes y el propio narrador se muestran contrarios a que las chicas participen en las batallas o incluso mencionan que no las ven muy capaces de defenderse. Incluso en el tercer libro el príncipe Corín sostiene que «Ella (Lucy) vale tanto como un hombre o, al menos, como un muchacho. La reina Susan es más parecida a una dama adulta corriente». No voy a negar que me contrarió y molestó leer esto. Pero lo que ya me pareció pasarse de la raya fue la condescendiente y paternalista conducta del Rey Rilian hacia Jill en el último libro, a la que llegó a decirle, tras haber observado la matanza de un montón de caballos: «Si tienes que llorar, preciosa, vuelve la cabeza y ten cuidado de no mojar la cuerda del arco», así como otros indignantes comentarios por el estilo.

A pesar de tratarse de una saga dirigida más que nada a un público infantil, contiene referencias implícitas a cuestiones que solo los adultos pueden entender, tal y como he comprobado yo en esta relectura. Esto está constituido principalmente por las alusiones religiosas. Que el personaje de Aslan equivale a Dios es sumamente evidente para cualquier adulto e inclusive quizá también para algunos niños. No solo es el supremo soberano y creador de ese mundo y sus criaturas, sino también el ser que es alabado, respetado y reverenciado al que hay que obedecer y nunca contrariar. Es benévolo y compasivo pero también justo e implacable. Incluso tenemos en El león, la bruja y el armario una alusión a Jesucristo y su sacrificio por los seres humanos en la forma de Aslan sacrificándose a manos de la Bruja Blanca para salvar a Edmund y a los narnianos, seguido de su posterior resurrección. Eso por no hablar del hecho de que en Narnia los hombres y las mujeres son denominados “Hijos de Adán” e “Hijas de Eva” respectivamente.

Es, también muy revelador, el hecho de que en el tercer libro apareciera otra etnia diferente, los carlomenos, que rendían pleitesía a un dios diferente, Tash. El autor estaba representando al dios de los cristianos en Aslan y a Alá, el dios islámico, en Tash. Aún más interesante para los lectores adultos es leer cómo, en el último libro, el chimpancé trata de poner a los carlomenos de su lado intentando convencerles de que Aslan y Tash son la misma persona y rebautizándolo como Tashlan. Los carlomenos le seguían la corriente por el beneficio que eso iba a suponer para sus intereses propios pero, en su fuero interno, no solo no se creían que se tratara del mismo dios, sino que muchos de ellos ni siquiera eran realmente creyentes, aunque actuaran y juraran en el nombre de Tash. Con esto, C.S. Lewis hace una interesantísima alusión a la hipocresía que rodea a la religión y a las personas que ponen a un dios en el que no creen como excusa para comportarse de una determinada manera, pongamos por ejemplo, para conquistar a un pueblo a la fuerza. [SPOILER: Al final, se revela que Aslan, en efecto, es Dios, mientras que Tash más bien encarna al diablo, y que por eso en el desenlace de la historia este se estaba llevando a los seres vivos malvados. Por otra parte, tenemos una emulación del Juicio final: los seres buenos caminan hacia la derecha de Aslan, camino a una especie de paraíso y los malvados (que se corresponden con los que no creían en él o lo detestaban) hacia su izquierda. Esto demuestra hasta qué punto el autor parecía ser creyente y la forma sibilina en la que censura a los no creyentes, insinuando que van a ir al infierno. FIN DEL SPOILER]

Obviamente nada de esto iba a ser comprendido por un lector infantil. Ahí es a donde voy al decir que, siendo o no una saga para niños, es también una lectura interesante para los adultos, que pueden descubrir en ella cosas que nos niños no pueden. El autor aborda estos asuntos con suma inteligencia y, en lugar de hablar de ellos y explicarlos abiertamente, los deja caer pasando de puntillas sobre ellos, para librarse de críticas o censuras, ya que, de este modo al no afirmar nada clara y abiertamente, cualquier cosa que el adulto creyera entender, seguiría siendo tan solo eso, una interpretación del lector. Muy muy listo, C.S. Lewis.