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domingo, 19 de febrero de 2023

Lecturas de Laura Gallego

Yo descubrí a Laura Gallego García gracias a la maravillosa saga de Memorias de Idhún, que me fue recomendada por una amiga de aquel entonces. Me gustó tanto que cada vez que ella me hablaba de otro libro suyo que se había leído, me apresuraba a intentar conseguirlo para leerlo.

Como ya sabréis los que leéis este blog, releí Memorias de Idhún (a partir de ahora escribiré “MDI” para abreviar) hace un par de años y volvió a encantarme. Eso me llevó a considerar el empezar poco a poco a leer todo lo que Laura Gallego ha escrito. Yo soy mucho de seguir el orden de publicación pero, en este caso, ¿para qué empezar por libros que no poseo si ya tengo algunos? Así, me propuse empezar por releer los otros tres libros suyos que tengo en mi colección. Después, haré una pausa prolongada para no empacharme y ya continuaré con los que no tengo en un futuro.

Estos son los tres libros suyos que tengo desde mi adolescencia y que he releído en las últimas semanas:

Finis Mundi (6/10): han pasado muchos años por lo que no lo recuerdo con claridad, pero supongo que tras leer MDI, mi amiga me hablaría de cuál había sido el primer libro que Laura había escrito, Finis Mundi. Creo que sí que lo leí en aquel entonces y me dejó completamente fría. De hecho, no recordaba absolutamente nada sobre él. Ahora que he decidido volver a leerlo, sin muchas expectativas, ha vuelto a pasar sin pena ni gloria por mí, aunque admito que sus componentes históricos despiertan ahora más interés en mí de lo que tenían potencial para hacerlo en el pasado.

Narra la historia de Marcus, un monje de la Orden de Cluny al que, en el año 997, le acaban de quemar el monasterio y que merodea errante por Francia mientras trata de llevar a cabo una misión que él mismo se ha agenciado: encontrar tres ejes mágicos que evitarán la llegada del Juicio Final al llegar el año 1000, lo que renovará la oportunidad de la que goza la humanidad de demostrar su valía durante 1000 años más. En esta peligrosa empresa, que les llevará por los actuales países de Francia, España y Reino Unido (aunque evidentemente en aquella épica no recibían ese nombre) contará con la inestimable ayuda del leal juglar Mattius (y su perro, también de lo más útil), sin el cual, honestamente, Marcus no hubiera durado ni dos telediarios.

Es comprensible que no sea una de sus obras más fuertes, al fin y al cabo, es la primera que publicó, primera dentro de la que ahora es una extensísima producción literaria. Aún así, se nota a la legua la ingente labor de documentación e investigación que llevó a cabo para escribirla, su formación histórica está claramente acusada.

Es una novela que, a pesar de la completísima labor investigadora que se aprecia detrás y de la filosófica moraleja que trata de inculcar en sus lectores, no deja ningún tipo de marca ni impresión reseñable, y dicha moraleja está excesivamente manida, sobreexplotada y trillada, es demasiado utópica y cursi como para tomarla realmente en serio.

No llegué a cogerle cariño a ningún personaje pues no se aprecia un desarrollo o una profundización notable en ninguno de ellos, pero, si tuviera que escoger un favorito, probablemente sería Mattius.

La Emperatriz de los Etéreos (8’5/10): recuerdo haberlo leído en su momento y que me gustó bastante. Al contrario que en los otros casos, esta vez o bien me lo prestó mi ex amiga o bien lo leí por la biblioteca, y, como me gustó, pedí que me lo regalaran para tenerlo yo. Desde entonces no volví a leerlo hasta ahora. Evidentemente, era al que más ganas le tenía de los tres, y no me ha decepcionado en absoluto. De hecho, lo que estoy a punto de explicar es bastante elocuente por sí mismo.

A pesar de que yo de pequeña y adolescente me ventilaba libros bastante gordos en muy pocos días e incluso en uno solo, eso era, en parte, porque no tenía otras ocupaciones con que compaginar la lectura. Podía parar de leer solo para comer y dormir. Cuando me hice adulta, ya prácticamente nunca podía permitirme no hacer otra cosa en todo el día que no fuera leer, y esa era la mayor razón para que leerme un libro que en el pasado me hubiera llevado solo horas me llevara, en su lugar, días o incluso semanas. Bien, pues esta relectura de La Emperatriz de los Etéreos, que consta de 312 páginas me ha llevado… Solo un día. Me impresionó porque hace años que no ocurre eso. No recuerdo cuál fue la última novela que fue capaz de terminarme en un solo día (subrayo “novela” pues, evidentemente, mangas y comics no cuentan porque se pueden leer de una sola sentada sin enterarte). Empecé con él por la mañana de un domingo y lo terminé por la noche ¡e incluso me dio tiempo a hacer otras cosas durante el día como ayudar a hacer la comida o hacer algo de ejercicio!

Es un page-turner en toda regla. Extremadamente ameno, rápido y fácil de leer. No se hace absolutamente nada denso y pesado en ningún momento, y eso que el número de personajes es sumamente reducido y que ni siquiera hay escenas de romance para amenizar (que para mí tienen una importancia fundamental). No se necesitan. De hecho, hubieran sido inviables por razones que entenderéis si leéis la obra.

Al contrario que en el anterior, en este Laura no hace gala de amplios conocimientos históricos, pues se trata de una novela de fantasía distópica que pinta un futuro en el que el sol se ha consumido casi por completo y la tierra ha quedado sumida en un durísimo invierno entero, y en el que existe la leyenda de una emperatriz que habita más allá de las montañas y que atrae a ciertas personas a su presencia. Todo el que se dirige en su búsqueda, nunca vuelve. Por tanto, al contrario que en Finis Mundi, aquí Laura ha de inventar, no describir el pasado. Esto puede resultar más o menos complicado que ceñirse a la realidad dependiendo de la complejidad del mundo que crees. En este caso, el world building, si es que llega a existir tal, es tremendamente sencillo y simple, nada a la altura de MDI, ni por asomo. Sin embargo, no se necesita más para contar esta entretenidísima historia sobre una chica llamada Bipa que abandona la seguridad de su cálido hogar para adentrarse en lo desconocido en busca de un chico llamado Aer que ni siquiera le cae bien.

Lo cierto es que al principio Bipa me parecía una puñetera borde y me daba rabia su falta de tacto y cómo trataba al pobre Aer, pero, a lo largo de la historia, fui simpatizando con ella y cada vez me hacía más gracia la brusca y mordaz forma en la que respondía a todo el mundo, mientras que Aer comenzó a parecerme un egoísta atolondrado, más preocupado de cumplir una fantasía que de garantizar la felicidad de su madre. Mi personaje favorito era Nevado por lo achuchable e incondicional que era y porque demostraba que no se necesita hacer o decir mucho para ser capaz de demostrar mucho más. [SPOILER: Por eso, no hace falta decir qué escena me disgustó más y me hizo derramar lágrimas]. También sentí simpatía por Lumen, por ser casi el único que fue amable y que prestó su ayuda a Bipa en su viaje, y el único que conservaba algo de juicio y no parecía estar como un cencerro.

Honestamente, la declaración de amor de este libro es de las menos románticas pero de las más graciosas que he leído nunca, a la altura de lo que se espera del personaje en cuestión. He de decir que dicha declaración era lo único que me resultaba familiar de haber leído con anterioridad y que incluso recordaba muy vagamente.

Además, se puede extraer un mensaje de la obra que yo de adolescente no fui capaz de captar: el de ser fiel a ti mismo por encima de todo y no permitir que nada ni nada te cambie o te haga sentir que vales menos que los demás. Eso es lo que encarna Bipa.

Dos velas para el diablo (7/10): no sabría explicar bien por qué, pero no guardaba una buena opinión sobre este libro e incluso le tenía un poco de manía, a pesar de no recordar nada sobre él. Ni siquiera estoy segura de haber llegado a leerlo entero, pues en esta relectura solo me resultaba familiar el comienzo de la historia. ¿Quizá porque los temas que se vinculan de alguna manera u otra con la religión siempre me han causado rechazo? No lo sé.

No creo que solo estos prejuicios hayan jugado en contra si os digo que se me ha hecho un poco pesadito en ocasiones. La mitología tampoco está muy desarrollada en este caso y Laura inventa sobre una base de mitos ya existente y bien documentada (pero sin llegar a profundizar tanto en Historia como Finis Mundi), pero a veces costaba seguir el hilo de las explicaciones sobre tanto ángel y demonio y sobre su lucha ancestral. En sí, la novela no me ha disgustado tanto como pensaba y en términos generales me ha gustado, conservo mejor opinión sobre él ahora, pero no es ninguna maravilla ni es de los libros que yo recomendaría de esta autora.

La novela está narrada en primera persona por Cat, una adolescente cuyo padre acaba de ser asesinado y se queda completamente sola y desamparada, sin hogar al que regresar pues llevaban una vida errante. Su padre era un ángel y ella era consciente de ello, por lo que emprende la peligrosa empresa de encontrar al demonio que le mató para poder vengarse de él. Lo curioso es que es el propio bando enemigo el más dispuesto a ayudar, mientras que los ángeles le dan la espalda.

La actitud contestona y chulesca de Cat me causó rechazo desde el principio (los personajes bordes me pueden caer muy buen o muy mal, dependiendo de muchas razones). Se me hacía cuesta arriba la narración porque encima se intentaba hacer la graciosilla pero a mí no me parecía que sus reflexiones tuvieran ninguna gracia. Sin embargo poco a poco me fui acostumbrando a su personalidad y empecé a ver con mejores ojos su ferocidad y mordacidad. Un poco parecido a como me pasó con Bipa, solo que Cat resulta mucho más cargante.

Además, carece por completo de sentido común y de prudencia, algo que siempre me ha exasperado. Me revientan los personajes que no hacen caso a los consejos que les hacen por su propia seguridad y que se meten en la boca del lobo por su propia voluntad. Una cosa es ser valiente y otra ser gilipollas.

A Angelo lo vi venir casi desde que apareció. La relación que se establece entre ellos resulta enormemente predecible, pero no así su desenlace. Quizá sea el personaje que mejor me cayó pero, sin embargo, no despertó en mí la devoción y fascinación que suelen ejercer sobre mí los intereses masculinos de las protagonistas. Le hacía falta algo más de personalidad, credibilidad, calidez y carisma.

[SPOILERS: He de decir que no me esperaba la repentina muerte de Cat pero se la buscó ella solita por subnormal. Yo recelé de ese falso ángel desde el principio ¿y ella se marcha sin siquiera dejarle una nota a Angelo que sí que la había ayudado con anterioridad?

El final me resultó un tanto decepcionante y agridulce. La relación romántica de Cat y Angelo nunca llegó a tener si quiera un comienzo. Ni un beso, ni una declaración recíproca y como Dios manda, ni la seguridad de un futuro juntos. Aunque fuera forzado o poco creíble, conservaba la esperanza de que pudieran devolver a Cat a la vida como recompensa por su ayuda prestada. Además, ese asunto de la reencarnación nunca me ha convencido lo más mínimo y no me gusta que se recurra a ella. Son en gran parte tus recuerdos y vivencias lo que te hacen ser quién eres. ¿Realmente Angelo se tomaría la molestia de volver a buscarla si él no puede saber en quién se va a reencarnar o dónde? ¿Cómo retomaría el contacto con ella? ¿Cómo conseguiría que ella volviera a enamorarse de él careciendo esta vez de todo recuerdo sobre su vida pasada? FIN SPOILERS]

En definitiva, he disfrutado de estas relecturas aunque no por igual. Desde luego, de esta autora por el momento yo recomendaría leer su mejor obra, Memorias de Idhún, para los lectores más ambiciosos y que gusten de una fantasía compleja y muy trabajada y de relaciones poco convencionales. También recomendaría muchísimo La Emperatriz de los Etéreos incluso como un primer contacto con la autora, sobre todo para aquellos que prefieran novelas muy amenas y más sencillas que se leen de un tirón.

 

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