1-Introducción
personal de lectura:
Pocas veces he tardado tanto en terminar una lectura.
Llevaba tiempo queriendo leer las novelas de Sherlock Holmes
escritas por Arthur Conan Doyle. Es el antecedente de todas las novelas
detectivescas contemporáneas. En verano volví a ver la estupenda serie Sherlock protagonizada por Benedict
Cumberbatch y eso devolvió el tema a mi mente.
Buscando en el catálogo online de las bibliotecas,
encontré un tomo que reunía las cuatro novelas en un solo volumen, lo cual en
su momento me pareció la opción más práctica (craso error).
No fue hasta las últimas semanas de enero que lo
comencé. Ingenua de mí, pensé que para febrero ya lo habría terminado. No contaba
con que, estando tan ocupada como estaba con clases, oposiciones y actividades,
no lograría terminármelo hasta abril. Básicamente porque rara vez encontraba tiempo
para leer. A veces transcurrían tantas semanas hasta que lograba retomar la
lectura que, lógicamente, me costaba volver a conectar con la historia y no
recordaba los acontecimientos previos.
2-Opinión sobre las
novelas:
A mi lento ritmo de lectura, además de la falta de
tiempo, también contribuyó que no logró engancharme como hubiera esperado. Quieras
o no, son historias narradas de una forma muy poco moderna, tanto por la forma de
expresarse, como por la propia narración de los acontecimientos, los cuales son
relatados por el Doctor Watson en primera persona. La personalidad de Sherlock
no tenía nada que ver con el carismático sociópata hilarantemente borde de la
serie de televisión mencionada, sino que, incluso con sus particularidades (que
sí incluyen una cierta dosis de vanidad, egoísmo y desinterés por la gente), el
Sherlock de los libros es mucho más “normal”, cortés y agradable. Evidentemente,
no hace tanta gracia de esta manera.
La amistad de Holmes y Watson tampoco sufre tantos vaivenes
y encontronazos como en la serie (la personalidad de ambos es menos fuerte en
los libros, mucho más genérica y deslucida), pero tampoco momentos tiernos que
tanto conmueven en la serie, en la que, como digo, sus caracteres están mucho
más definidos y trabajados. En comparación, los de los libros se sienten algo
superficiales y arquetípicos. Lógicamente, Molly, uno de mis personajes preferidos
de la serie, aquí no existe, puesto que en esa época no hubiera habido una
mujer forense. Mary sí que existe pero no tiene absolutamente nada que ver con
su equivalente en la serie, que es una femme
fatale. En El signo de los cuatro
es la única novela en la que aparece, pero, aunque esté indirectamente
involucrada en el caso a resolver, realmente no tiene importancia mucho más allá
de ser el interés amoroso de Watson.
En sí, los acontecimientos (que no se parecían en nada
a los de la serie) carecen de garra y emoción, la narración se siente bastante
plana y lineal. Si tuviera que ordenar los libros por orden de interés y
emoción, sería de la siguiente manera:
Otorgaría el primer puesto a El valle del terror (1914-1916), cuyo argumento no me sonaba de nada pero con
su entramado de logias, mafias, agentes encubiertos y falsos asesinatos fue el
que más me e
ntretuvo e interesó con bastante diferencia. Por una vez la
historia aparte inserta en la otra era incluso más interesante que la trama
principal y me sorprendió y satisfizo mucho su resolución, que no vi venir.
[SPOILER: No esperaba que el nuevo integrante de la logia fuera
un agente encubierto, realmente creía que era casi tan falto de escrúpulos y turbio
como sus otros miembros o al menos que se dejaba llevar, así me satisfizo mucho
ese giro de los acontecimientos. Sí que intuí que el bulto que en la trama
principal arrojaban por la ventana era la pesa que Sherlock reparó en que faltaba
en la casa, aunque eso no me llevó a deducir que en ese paquete también estaría
la ropa. Aún me desconcierta el asunto sobre el hombre que huyó en bicicleta,
ese detalle no lo acabo de entender.]
En segundo lugar, situaría El sabueso de Baskerville (1901-1902), que tiene algún que otro giro sorpresivo
de los acontecimientos y una leve emoción subyacente, aunque tampoco me parece
que esté a la altura de su fama, y no deja de ser paradójico que el propio
Sherlock esté tanto tiempo ausente en su obra más conocida.
[SPOILER: Al principio sospeché del propio heredero de la
mansión, movido por el deseo de hacerse con ella. Creo que no sospeché particularmente del
entomólogo ni de que él y su “hermana” fueran en realidad marido y mujer. Tampoco
vi venir que la persona que sorprendió a Watson en la cabaña fuera el propio
Sherlock y que él hubiera sido la silueta misteriosa que atisbó de noche alguna
vez, aunque sí era raro que estuviera ausente tanto tiempo en la historia. Y al
final sí que existía un perro como tal, algo sobre lo cual yo tenía grandes
dudas. Pero eso no explica los alaridos o aullidos tan sobrenaturales y
escalofriantes que escuchaba todo el mundo]
En tercer lugar, Estudio
en escarlata (1887), que, siendo el segundo más famoso, me decepcionó bastante y
no le encontré el encanto. Dado que fue el primero que leí, me desconcertó que
introdujeran una historia tan distinta entre medias, aunque era interesante en
sí misma, tardé en verle relación con la historia original y la forma en la que
se unieron y se resolvió me pareció bastante pobre y descafeinada. Su vinculación
con el capítulo de la serie con el mismo título era absolutamente nula.
Por último, El signo de los cuatro (1890), a la que no le encontré mucho interés. De hecho, hasta he olvidado en su mayor parte su argumento, salvo el hecho de que giraba en torno a un tesoro extraviado que alguien reclamaba y que en su momento fue perseguido por un grupo que se alió con este propósito.
Fuente de la imagen:
https://www.amazon.es/Sherlock-Holmes-Incluye-escarlata-Baskerville-ebook/dp/B0DTT6K61P