Leí por primera vez los libros de Crónicas
vampíricas hace unos 8 años, así que puedo presumir de ser de las que leyeron
los libros antes de ver la serie. Lo cierto es que me encantaron, sobre todo
los dos primeros. L.J. Smith escribió los cuatro libros originales de Crónicas vampíricas en los años 90. Ya
en el siglo XXI, debido al boom que
estaban sufriendo los vampiros, la autora decidió hacer una continuación de la
saga. Fue comenzar a leerlo online y a las pocas páginas lo abandoné por lo
poco que me estaba gustando. No puedo dar más detalles sin hacer spoiler, pero me parecía absurdo lo que
estaba haciendo con el personaje de Elena después de cómo había acabado el
libro anterior.
Por aquel entonces, también estaban estrenando el
primer capítulo de la adaptación para televisión. No pasé del primer capítulo.
Me cabrearon la cantidad de cosas que habían cambiado, así que pasé de ver la
serie. En los años siguientes no cambié de opinión y se acentuó mi opinión
negativa sobre la serie al enterarme por ciertas noticias de que el romance
principal estaba tomando el rumbo Delena (Damon y Elena) en lugar de Stelena
(Stefan y Elena). Yo desde que leí los libros era Stelena hasta la muerte.
Aborrecía el personaje de Damon. Me parecía ridículo que solo porque hubieran
escogido un actor mucho más guapo para el personaje de Damon en comparación con
el escogido para interpretar a Stefan ya hiciera a todas las seguidoras de la
serie preferir al malvado Damon frente al dulce Stefan. ¿En serio la gente es
tan superficial?
Debido a esto, no volví a plantearme ver la serie
hasta este año. Todo fue porque, a raíz de crearme una cuenta de Instagram,
empezaban a llegarme imágenes de cuentas de usuarios que la aplicación me
recomendaba en función de mis gustos. Ya os podéis imaginar que muchas de estas
eran sobre Crónicas vampíricas, y, en
concreto la pareja Stelena. Ver imágenes sobre los momentos románticos de esta
preciosa pareja en la serie me puso los dientes largos —nunca mejor dicho,
puesto que es una historia de vampiros— y me hizo replantearme mi decisión de
ver la serie, ya que me encantaba la idea de volver a revivir ese bonito
romance ficticio. No obstante, temía que mis sospechas se hicieran realidad y
tuviera que pasar por el trago de, después de haberme enganchado a la serie,
tener que ver cómo Elena se quedaba con Damon solo por la inexplicable presión
de los Delena shippers (fans de la
pareja Damon + Elena).
Aquellos que no hayan visto el final de la serie y
no deseen saber por adelantado con quién se queda, mejor que se salten los cuatro
siguientes párrafos, ya que necesito, para acabar mi historia, contar el más
importante de los spoilers para cualquier shipper,
tano de una pareja como de la otra.
El caso es que tomé la siguiente resolución: me “spoilerearía”
a propósito sobre el final de la serie (que estaba emitiéndose justamente por
aquellos días), y en función de con qué hermano se quedara Elena, vería la
serie o no. Debo señalar que se trata de una decisión desesperada e
insospechada en mí, ya que yo ODIO LOS SPOILERS
A MUERTE (prácticamente le hago la cruz a cualquiera que se atreva a revelarme
un spoiler sobre alguna serie que veo) y nunca jamás me “spoilereaba” a
propósito, pues valoro enormemente el hecho de dejarme sorprender por los
acontecimientos, y normalmente no tengo ningún problema en esperar a ver
desarrollarse la trama en su curso natural, sin alteraciones buscadas
intencionadamente. Hasta ese momento, claro.
Me estomagaba tanto la idea de comenzar a ver la
serie (y engancharme, como intuía que pasaría) y tener que ver como la
protagonista escogía al chico equivocado, al personaje que más odiaba, que
prefería informarme por adelantado. Fue así como, después de intuir que ya
habían echado el último capítulo de la serie, entré en una de las cuentas de
Instagram que había comenzado a seguir sobre la serie (una sobre Stelena,
evidentemente), y leer los comentarios para comprobar, descorazonadoramente,
que no solo Elena y Damon habían sido “endgame” (es decir, que habían acabado
juntos); sino que, para colmo, Stefan moría. ¡Y no solo eso! Sino que este tiempo
antes de morir se había comprometido en matrimonio con la odiosa Caroline, el
segundo personaje que más detestaba de los libros después de Damon. El final de
serie no podía haber sido más horroroso.
No obstante, ya era tarde para mí, pues ya me
había hecho a la idea de ver la serie, y ya estaba muy mentalizada de ello. Por
ello, opté por hacer de tripas corazón e intentar recordar que la serie era muy
diferente a los libros y que quizá en aquella Damon y Caroline no eran tan
odiosos como en estos. Pero es muy difícil dejar a un lado juicios
preconcebidos que tienen una base y un fundamento justificado.
Decidí —aún sospechando que no lo cumpliría—, ver
solamente las tres temporadas primeras de la serie, pues eran las únicas en las
que Stefan y Elena estaban juntos antes de romper para siempre. No estaba
dispuesta a ver como esta se liaba con el hermano equivocado delante de mis
narices. Cómo no, esto tampoco lo cumplí.
El caso es que, en los primeros días de este
julio, empecé a ver la serie, con la compañía de mi madre, que también se animó
(a fin de cuentas, ¿a quién no le gustan —y le ponen— los vampiros?). El
caso es que, a pesar de lo que me repateaba inicialmente las diferencias
respecto a los libros (tanto en el físico de los personajes como en la propia
trama), acabamos enganchándonos —cabe apuntar que las dos primeras temporadas
son las mejores —o, por qué no decirlo, las únicas buenas—.
Eso sí, tenía batallas dialécticas a diario con mi
madre porque ¿a que no sabéis qué? Sí, le gustaba Damon. La más trágica de las
ofensas que ella podía hacerme a mí como fan de Stelena que soy. Que si está
muy bueno, que si es muy mordaz, blah, blah, blah… lo típico. Y yo intentado
hacerle entrar en razón comentando cómo podía encandilarle alguien tan malvado,
egoísta y mal bicho. También recalcaba que ese es el problema que tienen la
mayoría de las Delena shippers, que le encoñan con el Damon de la serie porque
carecen de la noción del orden lógico de los acontecimientos al no haber leído
los libros primero, ya que, si fuera así, lo más seguro que prefirieran con
creces a Stefan. Y es que, Damon, en los libros (al igual que Caroline), es bastante
peor y más malvado (y ya es decir).
Al llegar a la cuarta temporada —y por tanto al
punto en el que, de seguir mi propio propósito, me tenía que haber
desenganchado— seguíamos tan enganchadas —a pesar del bajón de calidad de la
serie—, que optamos por verla hasta el final, tragándonos así las que serían
las peores temporadas con diferencia: las últimas. Qué tan mal estarían las
cosas que yo incluso echaba de menos a Elena después de que la actriz dejara la
serie, y eso que había acabado cogiéndole manía a este personaje (por razones
obvias sobre su gusto amoroso).
Aun así, soy una persona a la que le gusta
terminar lo que empieza, y vi las 8 temporadas. (SPOILER):
teniendo que hacer de tripas corazón cuando en el último capítulo, en el
que Elena por fin reaparece, vive feliz y come perdices con Damon mientras su
verdadero amor, Stefan, muere y, para colmo, este previamente se habia
desenamorado de Elena y casado con la lela de Caroline.
El cambio “a bueno” de Damon a lo largo de la
serie nunca me pareció convincente, sino forzado para permitir que Elena le
pudiera escoger a él. La forma abrupta en la que él se enamoró de ella y
modificó su comportamiento —sin llegar a cambiarlo del todo en realidad—, no
colaba. Aun así, mi odio por este personaje fue decreciendo, hasta que ya no le
odiaba en absoluto, si bien le seguía teniendo una ligera manía. Exactamente lo
mismo me ocurrió con Caroline, que en la serie, aunque es bastante tonta, no es
nada de lo pérfida y malvada que es en los libros.
Irónicamente, mi madre sufrió el proceso
contrario. Paso de escandalizarme con sus revelaciones de que le gustaba Damon
al principio de la serie (por tanto, el malvado Damon) a cogerle manía cuando
se volvió bueno porque había perdido “la gracia” o “la chispa” y porque siempre
se las arreglaba para, sin pretenderlo, liarla y fastidiarla en todas las situaciones
que dependían de él.
Tenía pensado hacer una introducción sobre mi
experiencia personal con Crónicas Vampíricas, y después pasar a señalar las
diferencias entre los libros y la serie, pero puesto que la introducción me ha
salido desmesuradamente larga, la comparación la dejaré para otro día.