Asistí
a la presentación de la nueva novela de uno de mis profesores, Miguel Espigado, en una reconocida
librería de mi ciudad. Yo esperaba que fuera la típica presentación en la que
el novelista introduce el argumento de su libro, a menudo mientras un
entrevistador le formula algunas cuestiones, y el acto termina con una ronda de
preguntas por parte de los espectadores. No fue así.
Os podéis imaginar cuán
grande fue mi sorpresa cuando mi profesor empezó a RAPEAR PARTES DE SU LIBRO. Sí,
como lo oís (o más bien leéis). Hablaba brevemente y después comenzaba a rapear
otra vez, según iba cambiado de tema dentro de los contemplados en el libro
(relaciones sentimentales, precariedad laboral, etc.). Salí de allí estupefacta
pero agradablemente sorprendida.
Semanas
después, mi profesor nos encomendó a mis compañeros de clase y a mí la tarea de
leernos dicha novela para comentarla en nuestra siguiente sesión lectiva. Dado que
era una novela muy corta que no me iba a robar mucho tiempo de estudio y que
sentía un cierto interés en ella tras la presentación que semanas antes había presenciado,
me pareció una gran idea.
Su
nueva novela, Enciclopedia de las cosas
buenas, es extremadamente breve —puede leerse en menos de dos horas tranquilamente—,
amena y entretenida. No es el tipo de novela que suelo leer. Yo soy más de
amplias sagas de novelas de género dirigidas a un lector más juvenil. Rara vez
leo lecturas de tipo más realista y, por qué no decirlo… explícito.
La
novela narra las vicisitudes que atraviesa la vida del protagonista tras ver
terminar su relación con el que él mismo llama “El Amor de mi Vida” —los pseudónimos son constantes a lo largo de la obra—, y ser
puesto de patitas en la calle por su jefe. En estas condiciones, —solo (aunque
con amantes esporádicas), sin empleo, sin dinero y cada vez más adicto a la
cocaína—, va dando tumbos en busca de un futuro mejor. El principal objetivo de
la obra, o su premisa, si se prefiere, es desmentir la creencia que hace años se
tenía en que la generación de españoles que ahora se encuentran en la treintena
iba a vivir mejor que sus padres. No solo no ha sido así, sino que viven
notablemente peor que ellos y con menor autonomía; pues en abundantes ocasiones,
subsisten sin dinero suficiente como para abandonar el nido familiar.
Una
de las cosas que más me gustaron de la novela es el tono humorístico que
impregna toda ella. Se exponen situaciones de vida duras, sí, pero con grandes
dosis de sarcasmo e ironía que te hacen esbozar más de una sonrisa. En cuanto
al lenguaje, frases realmente elaboradas, de acabado muy afortunado y dignas de
señalar, se entremezclan reiteradamente con jerga popular y expresiones explícitas
y algo burdas que aproximan la historia a nuestras conversaciones del
día a día.
Lo
que más me reconcomía la cabeza al terminar la obra era el averiguar si se
trataba de una ficción autobiográfica o no. El profesor eludió mi pregunta al respecto
con maestría, dando rodeos y sin contestarme claramente. No obstante, mi
conclusión es que los pasajes de su obra sí buscan inspiración en su vida y en
la de las personas que le rodean, aunque dándole vueltas y transformándolas hasta
que acaban por convertirse en sucesos ficticios.
En
resumen, se trata de una novelita amena que contempla la problemática de la juventud
española actual frente a la crisis y otras cuestiones de la vida de la sociedad
que nos rodea. Es una lectura que merece la pena y que, sin duda repetiré en un
futuro no muy lejano.
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