Tras El misterioso caso de Styles, me dispuse a leer Asesinato en el Orient Express, una novela de la que en mi casa contábamos con nada menos que tres ejemplares a pesar de que no habíamos leído ninguno, sino que nos habíamos limitado a ver las películas. En 2017, cuando fue estrenada la nueva adaptación cinematográfica, animé a mi madre a ir a verla juntas porque sabía que le gustaba mucho la versión antigua y la había visto en múltiples ocasiones. Esa nueva versión a mí me encantó y me llevó a ver poco después la antigua, pero por el momento no tuve interés en leer el libro, y menos sabiendo ya quién era el responsable del crimen. Fue el año pasado cuando, leyéndome la biografía de Agatha Christie, me propuse empezar a leer sus novelas.
Era este el libro al que le tenía más ganas, por ser el más famoso y elogiado, a pesar de que ya sabía lo que iba a suceder. Desgraciadamente, conocer la historia ha jugado en mi contra durante todo el libro. A mí lo que realmente me deleita de este tipo de literatura es cómo tiene lugar la resolución del caso, especialmente por la sorpresa de tratarse de quien menos sospechabas y descubrir sus motivos y el procedimiento. En este caso, evidentemente, yo ya sabía el quién, y recordaba lo suficiente sobre el cómo y algo sobre el porqué. Eso me ha restado muchísimo disfrute pues la intriga se venía recudida drásticamente. Me gustaría saber cómo hacen los lectores asiduos de Agatha para volver a disfrutar tanto de sus novelas al releerlas cuando ya conocen el final, porque me parecería muy triste tener que esperar a olvidar la identidad del asesino para poder releer sus libros en el futuro.
Aun así, cuando lo acababa de empezar sí me mantuvo bastante enganchada, más que El misterioso caso de Styles. En torno a la mitad del libro, cuando tienen lugar las declaraciones, perdió un poco el componente adictivo para mí, si bien sí resultaba suficientemente interesante leer sobre las coartadas de cada protagonista; y tal y como imaginaba, de cara al final volví a engancharme más. Desafortunadamente, como era de esperar, me vi privada del subidón que produce la resolución del caso cuando aún no conoces al culpable.
SPOILER: A pesar de haber visto la películas, lo cierto es que no recordaba que la condesa Andrenyi no había participado en el complot, que el encargado del coche-cama Pierre Michel sí lo había hecho, y tenía mis dudas acerca de Cyrus Hardman. Tampoco recordaba que tanto Poirot como el médico y el director de la compañía deciden “hacer la vista gorda” y contar a la policía que fue un asesino que escapó. Está claro que se trata del tipo de excepciones que solo podría hacer un detective privado, pues la policía en su lugar estaría obligada a apresar a los culpables aunque consideraran que la muerte de la víctima era más que merecida.
La lectura me llevó unas cuatro horas y media a grosso modo, repartidas en cuatro días en los que no encontraba tiempo para leer más que en torno a una escasa hora al día.
En lo referente a los personajes, simpaticé con la fría y distante Mary Debenham, el simpático Hector McQueen y la acobardada Greta Ohlsson, mientras que la señora Hubbard me ponía de los nervios. Histriónica, escandalosa y pesada, constantemente acaparando el centro de atención y mencionando algo que hubiera dicho su hija (aunque lo cierto es que cada vez que me topaba con una nueva mención a su hija ya no podía por menos que hacerme gracia).
Una de las cosas que más me molestan, sin duda, de los libros de Agatha Christie son los numerosos estereotipos raciales. Partiendo de los mismos ingleses, a los que la propia Agatha refleja como fríos y estirados pero de maneras corteses, hasta llegar a cómo son retratados los que son incluidos en el saco de la “sangre caliente” o “temperamento latino”: exageradamente pasionales y violentos, poco refinados, incivilizados, etc. En sus novelas parecen abundar personajes anglosajones que aborrecen e infravaloran a los extranjeros, a los que se percibe que consideran poco más que animales o humanos de escaso raciocinio, cultura y recursos.
En el momento en el que un crimen es cometido, desde el primer momento se hacen asunciones racistas y misóginas acerca de por qué el criminal tuvo que ser un extranjero si el asesinato fue muy sangriento o una mujer si el modus operandi refleja debilidad o si fue un crimen pasional. Eso por no hablar de cómo se describe a las personas de alta alcurnia y su desagradable manera de mirar a todo el mundo por encima del hombro si su compañía no va a retribuirle algún beneficio respecto a su posición social. Lo más desafortunado es que es un muy posible reflejo suficientemente fidedigno de la realidad de aquella época.
Para cerrar mi reseña concluiré recomendando su lectura incluso a aquellos que, como yo, nunca han sentido un interés especial por la novela negra, policíaca o de misterio, porque este es un clásico del género y con razón. Eso sí, aunque esto que voy a decir sea lo recomendable en casi todos los géneros, nunca es tan importante leer el libro antes de ver su adaptación televisiva o cinematográfica como lo es en el caso de este tipo de historias de misterio en las que la resolución del mismo es un punto clave en la trama. Priorizad mantener la intriga durante cuatro horas de lectura que durante dos horas de película.
Hola!!
ResponderEliminarEste libro a mi realmente no me gustó y me aburrió, recuerdo desde el principio que supe quien era el asesino, así que se me hizo muy igual a los otros libros de la autora.
Besos💋💋💋
Vaya, eso es extraño! Normalmente suele figurar entre los favoritos de la gente y les suele impactar mucho el final :)
EliminarBesotes
A mi me gusto la película clásica que además tenia un reparto alucinante y el final me impacto, saludos.
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