-Introducción
Ya está aquí.
Por fin. Tras tres largos años, ha llegado al fin el esperadísimo sexto disco
de estudio de Taylor Swift: Reputation (2017).
En los últimos años, Taylor Swift ha sufrido una auténtica montaña rusa. El
enorme éxito de su quinto disco, 1989 (2014) —el cual ha superado más records y
ganado más premios de los que yo podría enumerar en este artículo, entre ellos
el prestigioso Grammy al mejor disco del año—, la llevó a lo más alto, a la
cima de la fama, coronándola como la Reina del pop. En 2015, Taylor Swift
dominaba el mundo. Por eso resultan aún más trágicos los acontecimientos que
sucedieron al año siguiente, y que no voy a explicar aquí porque todo el mundo
los conoce y además cada uno da para escribir un artículo entero.
El caso es que a
sus broncas y malentendidos con Katy Perry y Kanye West —que fueron, sin duda,
lo más sonado del año para cualquiera que esté mínimamente puesto en el mundo
de las celebrities—, se sumaron sus
polémicos romances y rupturas con Calvin Harris y Tom Hiddleston, que se convirtieron
en la obsesión de la prensa durante meses.
Seguramente
superada por vivir más presión de al que un ser humano puede soportar, Taylor
se retiró de la vida pública para tratar de descansar de la fama e intentar
llevar una vida normal durante un tiempo. Tan enserio se lo tomó que
prácticamente desapareció de la faz de la Tierra. No se la veía por ninguna
parte, por mucho cielo y tierra que removieran los paparazis para encontrarla.
No había manera. Ni una foto saliendo de su casa. Actividad nula en las redes
sociales. Nada. Taylor había desconectado de todo. Ni siquiera podíamos saber
cuánto le había crecido el pelo desde la última vez que se dejó ver (parecerá
una tontería, pero eso nos traía de cabeza a los swifties, y no ayudaba el
hecho de que cuando comenzó a reaparecer siempre llevara el pelo recogido).
Todo esto hizo
que su regreso fuera el más esperado y deseado. Taylor es conocida por
arremeter contra sus enemigos a través de las letras de sus canciones, lo que
incluye a exnovios, amienemigos, o la propia prensa que tanto se esfuerza en su
desprestigio continuo. En consecuencia, se sabía que su regreso iba a ser
polémico, pues traería preparado, en forma de canciones, todo un arsenal para
empezar a volar las cabezas de los que hubieran estado minando su reputación
durante meses. Y ahí reside la clave del título de su nuevo disco: Reputation. Es una respuesta a los
medios, a los críticos, a los haters (detractores),
es un abrillantamiento de su reputación, una reclamación de su narrativa, de su
talento como compositora frente a todos aquellos que la habían cuestionado en
el pasado. A los que se habían esforzado a empañar con noticias distorsionadas la realidad, su verdadera esencia, esa Taylor adorable, bondadosa y maravillosa que los swifites hemos tenido la fortuna de conocer a través de su música.
El título de la
primera canción de su nuevo álbum no podría ser más elocuente: “…Ready for it?”
(¿preparados para esto?), pregunta Taylor al resto del mundo. No desde luego
que nadie estaba preparado para semejante regreso.
-Reputation
(2017): la confirmación de su cambio de estilo musical
Nuestra niña se
hizo mayor, y la princesa del country se convirtió en reina del pop.
Honestamente, yo siempre preferiré la Taylor de la transición —discos Speak Now
(2010) y Red (2012)— a todas las demás, porque conjugaba lo mejor de ambos
mundos. Pero los swifties sabemos que Taylor es un culo inquieto y que cada dos
años le gusta renovarse y cambiarlo todo de ella: género musical, estilo de
vestir, peinado, etc. Va deshaciéndose de capas antiguas para renovarse (ya se
sabe lo que dicen: «renovarse o morir», aunque yo no estoy nada de acuerdo con
esa afirmación).
El caso es que,
como ella misma confesó, se había aburrido ligeramente del country que ella
siempre había amado tanto (aunque le estaba funcionando de maravilla) y había
empezado a escuchar otro tipo de música, música de los 80, que le introdujo el
gusanillo de virar hacia el pop. Sentía que debía cambiar, que debía renovarse,
sentía esa inquietud y el pop la llamaba poderosamente. La gente que rodea su
mundo artístico (productores, manager, representantes, etc.), le advirtieron
que era un movimiento arriesgado, que era un cambio muy brusco y podía no
funcionarle bien y acarrearle crueles críticas. Pero eso a ella siempre le ha
dado igual. Taylor es conocida por tomar siempre sus propias decisiones
empresariales (tiene una mentalidad de negocios impresionante) y no permitir
nunca que nadie las tome por ella. Si se estrellaba, pues que se estrellase, ella
estaba dispuesta a correr ese riesgo si eso implicaba hacer la música que a
ella le motivara más en aquel momento.
Si con el
country ya obtuvo muchísimo éxito (sobre todo en EE.UU.), cambiar hacia el pop le
vino de perlas y directamente lo petó en todo el mundo. Ahora, tres años
después de su primer disco puramente pop, con el que cosechó más éxitos que
cualquier otro cantante haya soñado con alcanzar, la nueva diva del pop vuelve
a sentir la necesidad de realizar un cambio. Su nuevo disco es pop, sí, pero
—por desgracia para mí, enemiga del sonido electrónico—, contiene altas dosis de
estilos tales como hip-hop, trap, electro y R&B. Algunos incluso han
apreciado otras influencias muy distintas, como el soul. En definitiva, es un
sonido muchísimo más urbano, más desenfadado, y para, mí, menos original; pero
bueno. Si te pones a escuchar su primer álbum (2006), puramente country,
ingenuo, romántico y cándido, y, acto seguido, su nuevo disco; que muestra a
una Taylor malota, rebelde y escarmentada con la vida, que ya no siente pudor
al hablar de cuestiones como el sexo o el alcohol; se aprecia que la diferencia
es brutal.
El caso es que, con un estilo o con otro,
Taylor Swift ya lleva una década en el mundo de la música, petándolo desde sus
comienzos y con una fama que en lugar de ir decayendo, se incrementa con el
paso del tiempo hasta extremos insospechados. Esta joven millonaria es tan
influyente que incluso durante su retiro se seguía hablando de ella, y, para los
que la hemos echado tanto de menos; esperamos que esta vez haya vuelto para
quedarse.
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