viernes, 13 de mayo de 2022

Reseña de "Mansfield Park" (1814) de Jane Austen

 Calificación: 6/10. 3 estrellas de 5.

Tras haber leído cuatro obras de Jane Austen puedo decir que ya capto una serie de coincidencias o lugares comunes entre sus obras, como la hija que arruina la reputación de su familia fugándose con un hombre con el que no está casada —y que constituye la mayor de las desgracias de las pocas que suelen tener lugar en las obras de Austen— o la hermana o hermano que sufre una seria pero pasajera enfermedad cuya razón de ser o importancia para la trama yo personalmente no suelo encontrar. Afortunadamente, la autora nunca llega más allá y no recurre a desgracias verdaderamente graves o perdurables como la muerte de algún personaje importante, y, además, siempre nos ofrece un final feliz y un destino para cada personaje adecuado para su nivel de bondad o moralidad.

Mansfield Park me ha resultado injustificadamente largo. No veo argumentada en la trama su gran extensión. Siento que la autora mete mucha paja, que, aunque ayude a conocer mejor el carácter de los personajes, engrosa el libro sin mucha razón de ser. Como la parte en la que preparan la obra de teatro, que al final no llevó a ningún sitio. Baste decir que me demorado dos semanas en terminarlo, aunque, evidentemente, no todos los días sacaba algo de tiempo para dedicarle a su lectura.

La forma en la que se ha traducido la narración es más sencilla que en otras de sus novelas pero solo en cuento a las palabras y frases empleadas, porque aun así resulta bastante farragosa y se enreda en exceso. Aparecen tantos personajes que cuando sus nombres vuelven a mencionarse ya no recuerdas quienes eran y qué parentesco guardaban con los demás.

Fanny Price en muchas ocasiones me irritaba por su falta de carácter y por ser bastante insulsa y pánfila. Lejos está de ser una protagonista a la altura de Lizzy Bennet. Edmund Bertram, por mucho que sea el único salvable de los hermanos y el único que se preocupa por el bienestar de Fanny, pecaba de hipócrita y “calzonazos” al olvidarse por completo de ella cada vez que la señorita Mary Crawford estaba cerca. Noto muchas flaquezas en su personalidad que no captaba en otros protagonistas masculinos de las novelas de Austen. Además, es bastante mojigato, como refleja su escándalo ante la idea de que se ensayara una obra de teatro en la casa porque no le parecía que eso contribuyera a guardar el decoro necesario en ausencia del cabeza de familia. ¡Oh, por favor! Cuanto me alegro de no haber nacido en aquella época  en la que no puedes ni respirar sin que esté mal visto.

De la señorita Crawford no me fiaba un pelo desde el principio. Me parece interesada, egoísta y falsa, y sus pocas atenciones para con Fanny se me antojaban más producto del interés en quedar bien con Edmund que otra cosa. Me exasperaba que Edmund la tuviera en un altar y excusara todas sus conductas o, directamente, fuera incapaz de ver sus tan evidentes defectos.

Detesto a la señora Norris aunque, en ocasiones, no puede dejar de hacerme gracia la forma en la que sus acciones la delatan y la retratan. Es egoísta, egocéntrica, creída e interesada. Solo le importa que los demás tengan claro a cada momento que ella es la salvadora de todas las situaciones, la persona a la que se lo deben todo. La forma en la que trata a Fanny es espantosa, como cuando los Grant la invitan a cenar y ella se escandaliza y se emplea a fondo para convencer a Fanny de que ella no es merecedora de esa invitación, que si estuvieran sus primas las hubieran invitado a ellas en su lugar y que la invitación no responde a un genuino interés en su compañía sino en un deseo de quedar bien con la familia. Para mí ese momento fue la gota que colmó el vaso en cuanto a su mezquindad.

[SPOILERS: En la primera mitad del libro estaba segura de que Fanny y Edmund iban a terminar juntos —aunque no dejaba de antojárseme algo peculiar dado que son primos de sangre—, pero más tarde empecé a pensar que quizá Edmund realmente se quedaría con Mary Crawford y Fanny con Henry Crawford. Detectaba que se pretendía dar a entender que este último se estaba colgando en serio de ella y podía intentar hacerse mejor persona para ella. Al principio yo no tenía una opinión sobre él. Me resultaba bastante prescindible hasta que se interpuso entre Maria y el señor Ruthsford. No obstante, no le capté unas intenciones realmente malas hasta que le explicó a su hermana que tras haber jugado con las dos hermanas Bertram, Maria y Julia, ahora le apetecía cazar a Fanny Price. Esa actitud me pareció despreciable.

Todo indicaba que iba a ser uno de esos casos en los que un hombre sin escrúpulos que disfruta jugando con las mujeres hasta que se cansa de ellas da con una que no cae fácilmente presa de sus encantos —Fanny—y eso hace que se interese más por ella y que considere lograr su conquista como suerte de triunfo personal. Por ello, intuí que terminaría por enamorarse realmente de ella hasta el punto de ir modificando su personalidad ya no solo por conquistarla para después abandonarla, sino para volverse merecedor de ella, y que ella al comprobar ese cambio terminaría por corresponderle. Por eso, no solo me sorprendió leer cómo Fanny no modificaba su absoluto desinterés por él y su incomodidad en su presencia, sino que también creí, cuando se supo que él se había cansado de esperarla y se había fugado con María Bertram, que finalmente se descubriría que era todo un malentendido y que Henry no la había traicionado de esa manera.

En resumen, me pasé la segunda mitad de la obra dudando entre si, como era previsible al principio, Fanny y Edmund terminarían juntos —ante lo cual la indiferencia romántica de él por ella me desconcertaba— o si, como parecía indicarse más tarde, Henry cambiaría tanto por Fanny que esta terminaría por corresponderle.

El final se ha sentido un tanto apresurado. Al igual que con Sentido y Sensibilidad, la autora te mantiene casi hasta la última página haciéndote preguntas sobre cuáles van a ser al final las parejas resultantes y la forma en la que soluciona todo en las últimas páginas se siente un tanto forzada y acelerada. Aun así, por muy utópico que resulte, me gusta que se asegure de enumerar sin excepción a todos los personajes revelando qué ha sido de ellos y cómo los buenos han encontrado su recompensa y los malos su castigo.

Al igual que en la obra suya antes mencionada sentí que la súbita manera en la que hizo que Marianne correspondiera los sentimientos del Coronel Brandon a última hora resultaba muy poco creíble, en este caso ocurrió lo mismo con Edmund. Yo confiaba en que según avanzara la obra se iría desencantando con la señorita Crawford e interesándose por Fanny, y yo hubiera apreciado leer esa evolución. Sin embargo, se deja a la imaginación del lector imaginar este cambio de parecer y lo máximo que se ofrece es una última conversación con Fanny antes del final en la que se confiesa decepcionado con Mary pero aún cree que va a seguir enamorado de ella durante un tiempo. Después ya pasamos a conocer en las líneas que sirven a modo de epílogo que, en efecto, Edmund acabó por plantearse si no le convendría casarse con Fanny. No hace falta decir que la forma en la que se bosqueja este cambio de parecer resulta un tanto decepcionante, ya que se acusa una falta absoluta de pasión en los sentimientos de este por su prima. Al menos en el caso de Sentido y Sensibilidad sí que se nos dice que Marianne acabó correspondiendo al coronel con verdadera intensidad y entrega.

A todos los efectos, parece como si Edmund optara por casarse con Fanny por comodidad y conveniencia no desprovista de afecto genuino, pero sí de enamoramiento y pasión. No digo que no sea realista, pero desde luego sí resulta poco romántico. De todas formas, por todos sus defectos señalados, opino que Edmund no era merecedor de Fanny —quien merece a alguien que pueda amarla con locura—, aunque desde luego mucho menos lo era el señor Crawford, del que yo esperaba una redención que no llegó a producirse. FIN SPOILERS]

En conclusión, hasta el momento me parece la obra más floja de Jane Austen —casi a la par con La abadía de Northanger— por lo que no me extraña en absoluto que también sea de las menos conocidas. Aunque no me ha disgustado en absoluto y nunca aburra o se haga infumable, no es lo suficientemente adictiva, interesante o entretenida como para que compense su gran extensión.

2 comentarios:

  1. Hola!!
    Como odio este libro y como dijiste es larguísimo, gracias por tu reseña. Fanny lloraba tanto que yo no entendía su actitud.
    Besos💋💋💋

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    1. Es que es bastante denso y excesivamente largo, se hace espeso. Gracias por comentar!

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