Mostrando entradas con la etiqueta series. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta series. Mostrar todas las entradas

domingo, 8 de octubre de 2017

"Crónicas vampíricas": libros vs. Serie



Hoy ya sí que sí, me dispongo a comparar las diferencias entre los libros de Crónicas Vampíricas y su adaptación a la televisión. Me ha salido un artículo más largo de lo que pensaba, pero así compenso el hecho de no haber publicado nada la semana pasada.


 1-El físico de los personajes:
Es la diferencia que más llama la atención, sin duda. En los libros, Elena es rubia, con los ojos de un azul semejante al lapislázuli y la piel pálida. Imaginaros mi decepción cuando me pongo a ver la serie y me encuentro a una Elena morena, de ojos oscuros y tez no tan clara. Podría parecer algo trivial, pero cuando estás acostumbrado a imaginarte en tu mente un personaje de una determinada manera, chirría mucho tener que adaptarte a una nueva imagen que te es impuesta a la fuerza. La actriz, Nina Dobrev, es muy guapa, una cosa no quita la otra, pero no es la Elena de la historia original. 

A esto hay que sumarle el hecho de que la descripción de la Elena original como una guapísima y esbelta belleza rubia no es algo meramente arbitrario, sino que se trata de algo importante para el devenir de la trama, ya que es su apariencia, tan caucásica, lo que le recuerda a Stefan su gran parecido con Katherine. Pero no solo eso, sino que, además, se incide repetidamente en el color de ojos de la joven, de un azul más oscuro de lo habitual, y de una tonalidad que recuerda a la citada piedra lapislázuli que adorna los anillos de día de Stefan, Damon y Katherine. Dada su importancia, al menos podían haber respetado el color de ojos y haberle puesto a Nina unas lentillas. 

Otro personaje que cambia drásticamente es Bonnie. En los libros Bonnie es una chica bajita, pelirroja y de tez clara, y la serie nos tenemos que acostumbrar a una Bonnie de raza negra y estatura media. WTF??? 

Qué dos de los personajes más importantes sufran un cambio tan drástico me parece pasarse tres pueblos. Eso sí, esta actriz —Kat Graham—, también es muy mona, pero, como dije en el caso de Nina, una cosa no quita la otra. 

En lo referente a los hermanitos vampiros, el cambio es menos grave pero suficientemente significativo —por efectos que luego voy a explicar— como para que también me moleste. En primer lugar, en el libro, Stefan es descrito como un italiano guapísimo, un adonis en toda regla, de pelo moreno rizado y ojos verdes. Y no es por nada, pero el actor escogido, Paul Weasley, está realmente lejos de ser un adonis. No es que sea feo, pero desde luego guapo tampoco es. 

Por su parte, Damon, que en el libro es descrito como prácticamente igual de atractivo que Stefan, es en la serie muchísimo más guapo y sexy gracias al actor Ian Somerhalder, que todo un bombonazo. Eso sí, mientras que el pelo, liso y negro, se respeta, los ojos negros del Damon original son sustituidos por los preciosos e impactantes ojazos azules de Ian. Esto, nuevamente, podría ser algo trivial si no fuera porque este detalle —superficial sí, pero a efectos de la audiencia adolescente que lo ve, importante al fin y al cabo—; acaba teniendo consecuencias realmente dramáticas para aquellas que apoyamos el pairing Stelena frente a la versión de baja categoría: Delena. 

Es decir, por culpa de este incumplimiento de guion, al escoger a un actor muchísimo más guapo para hacer de Damon frente al escogido para el papel de Stefan; un montón de adolecentes de hormonas revueltas que seguían la serie empezaron a enamorarse de este actor —y por ende, del personaje—, prefiriendo el malévolo e inhumano de Damon al adorable y dulce Stefan; hasta el punto de presionar hasta que la protagonista cambió de objeto de deseo amoroso. Y eso me indigna. Muchísimo. 

El único personaje del que se respeta realmente el físico —y su personalidad— es Matt, un atlético deportista de pelo rubio y ojos azules, que, sin embargo, dista mucho de ser un chulo creído. Por el contrario, es un joven con un sentido de la ética intachable y una bondad que hace que te lo quieras comer a besos. El Matt de los libros, además, no tiene hermanos. En la serie, su hermana es Vicky, personaje que también aparece en los libros pero sin relación de parentesco con él.

2-La personalidad de los personajes:
Por si a los creadores de la serie les pareciera poco haber cambiado radicalmente la apariencia de los personajes, no contentos con eso, decidieron modificar también sus personalidades en muchos casos. 

La popular, divina, y algo creída y mangoneadora Elena, siempre pretendiendo ser el eje alrededor del cual gire el mundo y que, sin embargo, dista muchísimo de ser odiable; se convierte en la serie en una chica sencilla, discreta y menos vanidosa, sí, pero también algo más insulsa. No me malinterpretéis, yo soy de las que suele adorar a los personajes bondadosos y humildes y aborrecer a los creídos y manipuladores, pero es que la Elena original no es una pija popular odiosa y pérfida, sino carismática y con un gran corazón, que al enamorarse de Stefan deja de importarle la popularidad y el reconocimiento y no le importa convertirse en una paria social al mantenerse estoicamente al lado del chico al que ama, defendiéndole de cualquier crítica o peligro. La personalidad de la Elena de la serie no está mal, pero le falta esa fuerza. 

Eso sí, si hay algo que tienen en común las dos Elenas es que pasan de ser personajes buenos y admirables en las primeras temporadas/libros, a volverse completamente subnormales a partir de su conversión en vampiras. Quien prefiera la Elena vampiresa, egoísta, inmadura y acaparadora, a la Elena humana, sensata y enamorada de un solo hombre, realmente tiene que hacérselo mirar. Esto, que lejos de ser una transición se trata de un cambio brusco y desconcertante, tiene lugar al final del segundo libro en el caso de la saga literaria y a comienzos de la cuarta temporada en el caso de la ficción televisiva. 

La Elena que siempre había estado segura de que amaba a Stefan, que lo había arriesgado todo por él —que sin duda es el partidazo perfecto y lo da todo por ella—; de pronto se deja arrastrar por los deseos oscuros que despierta el vampirismo en ella y deja tirado al verdadero amor de su vida —dejándolo destrozado, obviamente—, por revolcarse con el mal bicho de su hermano Damon. Me estoy estomagando solo recordarlo. Si hubiera llegado a admirar profundamente a Elena, sin duda se me habría caído un mito con ella al llegar a esta parte de la historia. Menos mal que nunca fue mi personaje favorito de la saga. 

Otro personaje cuya personalidad se ve ciertamente alterada es Bonnie. Esta, en los libros, es inocente, ingenua, adorable e algo infantil. En la serie, por el contrario, es mucho más sensata, estable y reflexiva, como si al haber desaparecido el personaje de Meredith hubiesen querido fusionar las dos mejores amigas de Elena en una.

Pero, sin duda, el cambio más radical en los que a personalidad se refiere es el de Caroline. No tanto al comienzo de la serie, en el que aún se asemeja a la Caroline de los libros, sino a partir de la segunda temporada. La Caroline de los libros es odiosa, aborrecible, mezquina, egoísta y malvada, además de una pésima amiga. Solo por querer arrebatarle a Elena el puesto de chica más popular del instituto pasa de ser una de sus mejores amigas a volverse contra ella hasta límites insospechadamente malignos, urdiendo trampas y engaños destinados a dejar a Elena en la más profunda de las miserias. Además, como intentó ligarse a Stefan y este prefirió a Elena, esto la hace enfurecer aún más hasta el punto que intentar lograr que Stefan será culpado de asesinato, Elena de cómplice, y que lo expulsen, a él o a los dos, del instituto y de, paso, de la ciudad.

En la serie, por el contrario, si bien Caroline sí que empieza siendo bastante frívola, superficial y estúpida —y también quiere ligarse a Stefan—, en ningún momento se vuelve en contra de Elena para hacerle la vida imposible. Por el contrario, si bien la Elena humana era mucho mejor que la Elena vampira, la Caroline vampiresa le da cien mil vueltas a la humana. Eso es otro gran cambio entre ambos formatos: la Caroline de los libros nunca se convierte en vampiro —al menos en los cuatro que yo he leído—, mientras que en la serie la conversión tiene lugar en la primera temporada. Gracias a Dios, porque parece que, al abrir los ojos al mundo de la inmortalidad, también parece abrirlos al mundo de la sensatez, y se convierte en un personaje mucho más soportable —si bien nunca dejará de ser un tanto repelente—. Dado que en los libros Caroline no sufre esa transformación, seguirá siendo la misma subnormal insoportable hasta donde yo he leído.

Durante la lectura de los libros me asalta un gran debate interno sobre si aborrezco más a Caroline o a Damon, con eso lo digo todo. Qué puedo decir, no puedo con los personajes con dosis tan grandes de maldad.

3-La existencia de Meredith:
Otro de los grandes cambios es la inexistencia, en la serie, de la otra mejor amiga de Elena; Meredith. No sé si es que les parecía que ya había demasiados personajes o qué, pero me parece que cometieron un gran error al prescindir de ella. Parte de la gracia del grupo de amigas en los libros es lo diferentes que son entre ellas: Elena la popular —y después la paria social—, Bonnie la alocada y cándida y Meredith la madura, observadora y reflexiva. La que siempre tiene la situación controlada y no permite que nunca nada le crispe los nervios. Antes de volverse en su contra, también formaba parte de la pandilla Caroline, que compartía muchas afinidades con Elena por ser la preocupación fundamental de ambas la popularidad y la fama escolar.

El contraste entre Bonnie y Meredith es tan abismal que resulta enriquecedor, como dos caras de una misma monera, y ese contraste se echa enormemente en falta en la serie, en la que solo tenemos a Elena y a Bonnie (bueno, vale, y a Caroline) y dotan a ambas de personalidades demasiado similares.

No sé si es que se arrepintieron o qué de haber eliminado a Meredith de la ecuación que, a partir de la tercera temporada, surge en la serie un nuevo personaje —temporal, no muy relevante, no os ilusionéis— que se llama… ¿a que no sabéis cómo? Bingo! Meredith. Sin embargo, lejos de ser la amiga inseparable de la prota, es simplemente una médica del hospital de Mystic Falls que sabe más sobre vampiros de lo que parece al principio. Eso sí, también se lía con Alaric, como en los libros.

4-Los apellidos de los personajes:
Desconozco la razón pero, si bien los nombres de los personajes son respetados en la adaptación televisiva, no lo son así sus apellidos, exceptuando cinco casos, que yo recuerde: Elena Gilbert, Stefan y Damon Salvatore, Caroline Forbes y Alaric Saltzman. Bonnie McCullough pasa a ser Bonnie Bennet en la serie, Tyler Smallwood es llamado Tyler Lockwood y Matt Honeycutt, Matt Donovan. Meredith Sulez, como he comentado, no existe en la serie, pero en la tercera temporada aparecerá una doctora llamada Meredith Fell.

5-Herman@ de Elena:
En los libros, Elena cuenta con una hermana pequeña llamada Margaret. Imagino que al adaptar la saga a ficción televisiva, determinaron que una niña pequeña no daría tanto juego como un hermano adolescente problemático, por lo que esta hermana fue sustituida por Jeremy como hermano de Elena. 

6-El nombre de la ciudad/pueblo:
Honestamente, no sé qué sentido tiene cambiarle el nombre al pueblo, si en ambos casos se trata de lugares ficticios que no existen en nuestra geografía real. El nombre pasa de Fell’s Church en los libros a Mystic Falls en la serie. Quizá se deba a que este último es un poco más… ummmmm, no sé… ¿místico? (vale, me lo han puesto a huevo). Eso sí, ambos están ubicados en el estado de Virginia —aunque no sé qué importancia puede tener eso—.

7-La sheriff Forbes:
En los libros, los padres de Caroline son mencionados tan de pasada que no logro recordar lo que se dice de ellos, salvo que —creo— ostentaban un cierto rango social superior o de poder. 

En la serie, Caroline es hija de la sheriff de la ciudad, Elizabeth “Liz” Forbes. Esta, si bien es un personaje secundario, tendrá cierta importancia en la serie ya que es de las pocas ciudadanas que conocen la existencia de los vampiros. Sin embargo, trata de ocultar esta al resto de la población, archivando todos los casos de asesinatos a manos de vampiros como muertes producidas por “ataques de animales”. Al igual que los otros pocos cargos de poder de Mystic Falls que también conocen la existencia de los vampiros, la sheriff los aborrece profundamente, baja la convicción de que, tras la conversión, nada de humanidad queda en la persona que ha sido transformada —algo que repetidamente será probado como falso a lo largo de la serie—. 

A partir de la segunda temporada, su descubrimiento de la condición vampírica de su hija dará lugar a un debate moral, ético y sentimental en su cabeza —¿debe matarla porque se ha convertido en monstruo? ¿Podría hacerlo realmente dado que se trata de su propia hija?— que resultará bastante atractivo en la trama de la temporada.

Además, será bastante peculiar —y, en cierto modo, tierna—, la relación de amistad que se establecerá entre la sheriff y Damon, quien la ayudará en sus investigaciones de asesinatos a manos vampíricas; primero por razones egoístas y malvadas —protegerse y encubrirse a sí mismo, que es el responsable de gran parte de ellos—, y después en razón de una amistad sincera. 

8-Lugar y año de nacimiento de los Salvatore:
En los libros, Stefan y Damon nacieron en la Italia Renacentista, y fue el influjo poderoso de Katherine el que, sin ellos saberlo, los empujó a asentarse en Fell's Church, donde residía Elena. En la serie, por el contrario, Mystic Falls (Virginia, EE.UU.) es el lugar original de nacimiento de estos hermanos de apellido italiano. Además, el nacimiento de estos no se remontaría al Renacimiento sino al siglo XIX.

9-La verbena:
Esta planta es mencionada en los libros como repelente de los poderes de control mental de los vampiros. Stefan, durante el segundo libro, le da unos tallos de esta planta a Elena para protegerla de Damon, y ella, a su vez, esconderá algunos entre las posesiones de sus amigas con el mismo fin. La importancia de la verbena no va mucho más allá en la saga de libros. Por el contrario, en la serie, este recurso será altamente explotado, sobre todo durante las primeras temporadas. Lejos de utilizar esta planta en su forma original, en la serie es casi siempre ingerida mezclada con la bebida o contenida su esencia en el interior de un colgante como el que lleva Elena mientras es humana. 

Otra diferencia es que, si bien en los libros Stefan tiene que conducir lejos del pueblo en su busca, en la serie la verbena es encontrada con muchísima facilidad, lo que les garantiza un acceso casi inmediato a ella cada vez que la necesiten. La última diferencia importante y, quizá, más radical, está compuesta por el hecho de que, en la serie, la verbena, además de anular los poderes psíquicos de los vampiros, les produce una fortísima reacción alérgica solo con su roce. Por el contrario, en el segundo libro, Stefan recoge y le tiende sin problemas los tallos a Elena sin sufrir quemazón alguna.

10-Los anillos de día:
En esta saga, una joya adornada con piedra lapislázuli puede hacer a los vampiros inmunes a la luz solar mientras la lleven puesta. Al igual que la verbena, estos son notablemente más explotados en la serie, hasta el punto que cualquier vampiro puede hacerse con un anillo de día si cuenta con la ayuda de una bruja que realice el encantamiento. Esto hace que la condición de vampiros de los personajes resulte demasiado cómoda al alejarlos del peligro que combustión solar que le deben al mito vampírico original. En la serie, por el contrario, la posesión de estos anillos es mucho más restringida y, por tanto, convincente, pues su posesión se ciñe a los dos hermanos y Katherine —el de esta última será posteriormente utilizado por Elena—.


Quedan algunas diferencias por explicar, pero retomaré esta comparación en otro momento, porque sino este artículo va a quedar más largo que un testamento.

 Fuentes de las imágenes:
 


viernes, 4 de noviembre de 2016

Bajo la perspectiva de Cooper: Sheldon en las confrontaciones dialécticas



Tan despistada como soy yo, había olvidado por completo que hace más de un mes había escrito una pequeña reflexión sobre Sheldon Cooper que quería compartir con vosotros. Pero nunca es tarde. En ella, me adentro nuevamente en la personalidad de Sheldon para estudiar cómo reacciona este en las discusiones, y también me centro en su consideración de sí mismo.
---------------------------------------------------


Para todos aquellos que valoramos a los personajes de personalidad especial, peculiar y única, Sheldon (The Big Bang Theory) es, en cierto modo, un héroe contemporáneo: se crece ante la adversidad y se opone a lo establecido, reivindicando —en las numerosas disputas dialécticas a las que ha de enfrentarse a lo largo de las temporadas— su postura ante un estupefacto y jocoso adversario normalmente Barry Kripke, Leslie Winkle o Will Wheaton— cuyas burlas y humillaciones no parecen tener efecto sobre el físico teórico.



Sheldon, haciendo gala de una más que óptima opinión sobre sí mismo —que raya, de forma inexcusable, en el egocentrismo—, de un aplomo y una seguridad patentes pero tal vez —solo tal vez— impostados y de una lógica desconcertante de puro aplastante, trata de desmontar uno a uno todos y cada uno de los argumentos de su némesis. 

A pesar de todo, no siempre su réplica resulta exitosa. No parece suficientemente convincente responder por ejemplo—: «No estoy loco, mi madre me hizo las pruebas» a no ser que desees ofrecer mayor munición a tu atacante por medio de una respuesta que, en manos de un interlocutor avispado y espabilado, se puede volver contra ti. Del mismo modo, sus comentarios hirientes e incisivos no siempre logran tener en el otro el efecto deseado. En otras ocasiones, sus respuestas, por apresuradas, pecan de insustanciales, flojas o infantiles, lo que confiere a su enemigo la tranquilidad de saberse momentáneamente por encima y de haberse apuntado ese tanto a su favor al no haber obtenido una réplica contundente ante su ataque.



Eso nos lleva a otra de las aristas de este diamante en bruto llamado Sheldon: su ingenuidad, inocencia y candidez, tácitas en muchas de sus respuestas que, careciendo de la genialidad y sabiduría arrolladoras que cabría esperar en él, se antojan infantiles, picajosas e inmaduras en un hombre de su edad. Sheldon es un niño grande, un “sabio infantiloide” que, frecuentemente, se deja en evidencia a sí mismo por tratar de superar a su rival rebajándose a su altura en lugar de ignorarles con el silencio que merecen. No lo puede evitar: un genio autoreconocido no puede tolerar que una “mente inferior” (como él las considera) trate de usurpar su primer puesto en cualquier clase de disputa dialéctica, por vulgar que esta resulte en comparación a su propio nivel intelectual.


No obstante, Sheldon, a pesar de su apariencia de férreo robot ajeno a los sentimientos y blindado ante las críticas, esconde —bajo ese escudo de acero erigido para protegerse de los insultos, humillaciones y críticas recibidas a lo largo de los años—, un blando corazón que el espectador ha visto estremecerse múltiples veces en pantalla. Jim Parsons, actor excepcional sin tacha posible, pone de su parte en aportar al personaje la humanidad que el propio Sheldon hace todo lo posible por esconder y de la que reniega, intentando encontrar en su reflejo la imagen de las máquinas frías e insensibles a las que este personaje tanto admira.



Él busca reivindicar su lugar en una sociedad que lo excluye constantemente. Está plenamente convencido de pertenecer a un estadio evolutivo superior comprendido dentro de la especie humana. Sin duda, este alarde de superioridad, esta vanidad y esa desproporcionada alta estima en la que se tiene, le lastran enormemente de cara a su relación con los otros personajes, no así con el espectador, al que coloca en una compleja y divertida relación de amor/odio hacia él. Constituye el ejemplo perfecto de aquella persona que disfrutamos observando en la ficción pero que jamás querríamos cruzarnos en nuestra propia vida. En el plano de la realidad, los elogios hacia Sheldon se tornarían, entonces, en bofetadas sin dudarlo, pues los desprecios que este lleva a cabo resultarían insoportables en el mismo momento en el que comenzaran a cometerse contra nuestra persona.



Sheldon Cooper Vs. Leslie Winkle:


Fuentes de las imágenes: